domingo, julio 13, 2003

Se fue sin decir adiós. Se fue intentando aparentar que nunca estuvo aquí, a veces incluso lo creo. Arrepentida, tal vez, avergonzada, quizás, un día decidió tomar la primera salida sin mirar atrás para no volver más. No le culpo de nada. Si acaso a mí mismo. Y me he dicho que la nostalgia es una enfermedad leve que acaba curándose sin dejar huella, pero hay casos que se complican. Otros llegaron después, siempre hay otros, pero ninguno pudo llenar ese hueco, particular e imborrable, que ella dejó al partir sin decir adiós y en el que a veces pongo flores para hacer más bella la ausencia.


No hay comentarios: