viernes, junio 11, 2004

Se hace insufrible la espera, por un lado deseas que llegue el momento, por otro le temes demasiado, te sientes incapaz de afrontarlo, pero sin embargo piensas que ojalá pudieras borrar estos días del calendario. Hay momentos para todo, para la ansiedad y para el aburrimiento, para la esperanza y para el desahucio, horas que vuelan y minutos que se eternizan. Intento mantener la mente alejada de la realidad, evadirme en proyectos irrealizables, y me acojo con desidia a mis últimas oportunidades consciente de la cercanía del fracaso. Las cosas parecen diferentes desde aquí, la presión y el temor transforman tu forma de verlo todo, lo que hace un tiempo parecía demasiado grave ahora carece de importancia, aquello en lo que ni siquiera reparabas te resulta fundamental. Pero todo eso desaparecerá en unos días, y volveré a sumergirme en la inconsciencia y a dejarme caer en la inercia anodina del desencanto. Lo peor es lo solo que se siente uno en este momento, cuando sabes que nadie puede hacer nada por aliviar tu angustia, que el error caerá de tu cuenta y que no habrá abrazos sinceros, te sientes perdido en un mundo ajeno.

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