viernes, marzo 21, 2025

Cuántas veces sabemos que no debemos hacer algo y sin embargo lo hacemos. Es como ese enorme botón rojo que pone “No tocar” y se nos antoja irresistible. Como un niño pequeño al que le dices “no hagas eso” y lo hace con más ganas. Particularmente, tengo una exacerbada tendencia natural a la autodestrucción. Me complazco viendo mi mundo estallar en mil pedazos. Por suerte, no manejo material sensible ni peligroso (o tan solo para mí mismo). Hay ocasiones en las que sé que me estoy equivocando claramente, y conozco sin duda cuál es el camino correcto, pero aun así me empeño en tomar el menos adecuado. Es por eso que sé que volvería a cometer los mismos errores aunque conociera su catastrófico resultado. Sé que no tendría que haber dicho lo que dije, que no debí tomar aquella decisión, que lo más conveniente es siempre callar y aceptar que las cosas son como son y no como querríamos que fueran, pero sencillamente soy incapaz de hacer lo que debo. Por eso espero que disculpes cada vez que meto la pata y me revuelco en el fango, pues es mi condición y no puedo cambiarla, y en todo caso, yo soy la primera víctima de mis propios errores.


 

viernes, marzo 14, 2025

Mis silencios me protegen. Durante mucho tiempo no lo supe. La impaciencia, la rabia o el dolor me hacían decir cosas de las que más tarde me arrepentía. Era incapaz de morderme la lengua, incluso hacía gala de mi sinceridad y atrevimiento que lucía como emblema, como un kamikaze sentimental lanzándose orgulloso al abismo. Eso me hizo mucho daño. Hoy sé que es mejor callar que decir la verdad, matar las ganas de gritar lo que sientes hasta que ya no sientas nada. Pero también me doy cuenta de que eso transforma mis relaciones en una farsa, una vulgar comedia hecha a base de engaños y apariencias en la que nunca sabrán lo que piensas realmente y eso nos aleja para siempre, convirtiendo todo en una gran mentira en la que no quiero participar.


 

jueves, marzo 13, 2025

No es que no quiera creerte, es que cuando te han fallado tantas veces es muy difícil volver a confiar. Por más que te propongas olvidar lo ocurrido y creer ciegamente lo que te dicen, por mucho que te aseguren que nunca más sucederá y quieras dar otra oportunidad, hay algo incrustado dentro de ti que te hace dudar y provoca que salten todas las alarmas. Te vuelves más precavido, temeroso y desconfiado y aprendes a poner en cuarentena todo lo que escuchas. Estás dispuesto a perdonar hasta siete veces, pero solo los necios perdonan hasta setenta veces siete. No se puede volver a empezar como si nada, no puedes tapar el sol con un dedo, es imposible borrar el pasado, todo queda, nada desaparece aunque intentes ignorarlo. Por eso espero que me entiendas cuando rechazo tus disculpas y desoigo tus promesas, no es culpa mía, es que nadie es el mismo después de un desengaño.


 

lunes, febrero 03, 2025

Vivimos atrapados en nuestros propios deseos, que nos empujan una y otra vez al abismo, como quien se consume en el fuego buscando escapar del frío. Hay palabras que arden en la garganta, silencios elocuentes y cuerpos que se añoran sin haberse conocido. Manipulamos nuestros recuerdos para hacer digerible la ausencia, nos aferramos al futuro como único consuelo y perseguimos sombras sabiendo que son mentira. Esquivamos la nostalgia torpemente, negociando una prórroga con la esperanza, mientras seguimos añorando aquello que nunca nos ha pertenecido. Nos prometemos lo imposible y nos prohibimos la cordura, obsesionados siempre con lo inalcanzable, con lo que no nos corresponde, como si creyéramos que el destino aún nos debe nuestro minuto de gloria, enredados en nuestros delirios de grandeza, mientras sobrevivimos a duras penas, protegidos por el miedo que nos impide nombrar al deseo del que nunca podremos escapar.



jueves, enero 30, 2025

En realidad luchas por que alguien te diga que está bien lo que estás haciendo. Todos mis esfuerzos van encaminados a obtener el reconocimiento de los demás, como si necesitara su validación para justificar lo que hago y lo que siento. Me lamento cuando mis modestos logros pasan desapercibidos, considero el silencio como un clamoroso fracaso, pues lo único que busco es una palabra de apoyo, un gesto de aprobación, un abrazo o un beso. Porque lo que no se ve no existe, lo que no te valoran no sirve, como un árbol que cae en mitad del bosque sin que nadie lo escuche, como un grito en el desierto. El festín no está completo si no es en compañía, sin el aplauso del público la obra no tiene sentido. Sé que es ese mi problema, esta brutal carencia que me hace dependiente de la mirada ajena y que no importa el éxito o el dinero, pues todo lo que hacemos lo hacemos solo para que nos quieran.


 

martes, octubre 08, 2024

Estás ahí, intentando superar la apatía en que la rutina te envuelve y de nuevo te planteas la posibilidad de hacer aquello que llevas meditando mucho tiempo. Valoras pros y contras, calculas con precisión tus probabilidades e imaginas todo lo que conseguirías si por una vez acertases. Pero enseguida te asaltan las dudas y tu mente se llena de las imágenes familiares del fracaso aconsejándote la prudencia como método, pues aún no te atreves a llamarlo cobardía. Porque hay cosas que no han sucedido y me duele solo pensarlas. Se presentan ante mí como pesadillas que me zarandean de repente, provocándome taquicardia, sudor y rabia, por lo que siempre acabo descartando intentar cualquier cosa diferente, por insignificante que parezca, y decido dejar que el tiempo adormezca al deseo y calme mis urgencias. Aventuro el peligro y prefiero no hacerlo, esperar en silencio que pase lo que tenga que pasar, como si no hubiera otra alternativa, para evitar así todo riesgo, conformarme, resignarme, callar, tragarme uno a uno todos mis lamentos. Pero, no sé por qué, últimamente tengo la extraña convicción de que, casi siempre, lo más arriesgado es no hacerlo.