No tiene sentido lavar los platos con la esponja del baño, no corto el pan con las tijeras ni echo champú a la lavadora. Cada cosa tiene tiene su función y es bueno para determinada tarea, utilizarlo para otro fin te dará un resultado no deseado. Lo mismo pasa con las personas. Hay quien es bueno dando consejos pero no puedes pedirle que te acompañe en los momentos malos, quien es el mejor para salir de fiesta pero no se acordará de tu cumpleaños, quien te proporciona la mejor conversación pero nunca está cuando se le necesita, quien te hará reír a carcajadas pero rehuye los temas serios. Y eso no los hace peores ni deberías sentirte decepcionado cuando no hagan lo que tú quieras. Es absurdo empeñarse en pedirle a la gente cosas que no saben hacer, para las que no están preparadas y no pueden ofrecerte. Aunque te esfuerces en enseñarles, nunca lo aprenderán, solo harán un mal apaño que te dejará aún más insatisfecho. No es su culpa, no fueron dotados de esas virtudes. Coge lo bueno, disfruta sus mejores cualidades e ignora todo lo demás. He tardado mucho tiempo en asumir que no son responsables de sus carencias, pues pensaba que pueden cambiar y si no lo hacen es porque no quieren. Pero no es así. Aceptarlo te ahorrará muchos disgustos. Eso sí, hay personas que sirven para todo, pero no es nada habitual, por lo que si encuentras una, te aconsejo que no la dejes escapar.
Diario del olvido
martes, diciembre 02, 2025
domingo, noviembre 23, 2025
La gente suele arrepentirse de decir algo inconveniente y se lamenta de no saber callar a tiempo. Yo en cambio suelo pecar de prudente. Tengo tanto miedo al rechazo que escojo siempre el silencio como primera opción. Me reservo mis opiniones y me aguanto las ganas de decir lo que pienso. Nunca pido nada ni me quejo en voz alta. Experiencias pasadas me aconsejan no desvelar nunca mis cartas. Temo demasiado que mis palabras sean malinterpretadas, o lo que es peor, que se me entienda. Y es esa mezcla invencible de cobardía y pudor lo que me hace callar más de lo que debería y me mantiene oculto en la sombra a la espera de que suceda algo como por arte de magia y después me lamento más por lo que callo que por lo que cuento. Es la pena que debo pagar por no atreverme a decir lo que quiero, sin saber que el silencio no es refugio sino condena.
martes, noviembre 18, 2025
Desconfío de mis deseos. Me pregunto si de verdad estoy dispuesto a arriesgar algo por lograrlos o acaso son caprichos pasajeros que mañana dejarán de importarme. Hay muchas cosas que se me antojan a diario, destellos que captan poderosamente mi atención y me hacen dudar del valor de lo que tengo, tal vez porque no sé lo que quiero y confundo la realidad con su apariencia, dejándome embaucar por el brillo de lo nuevo. Cansado de hacer cosas que no entiendo y no he elegido ante el miedo a equivocarme, hay momentos de flaqueza en los que entregaría todo a cambio de un espejismo y otros en los que nada consigue despertar en mí el más mínimo interés. No sé a qué lugar oscuro pueden llevarme mis decisiones, no quiero ser víctima de mis errores y quedarme sin excusas que me salven de la culpa. Pienso en las consecuencias de mis deseos y siempre juzgo mayores los inconvenientes que los éxitos, lo que me paraliza y me condena a seguir atrapado en este silencio, donde ya no pido nada por miedo a que se me conceda.
domingo, noviembre 16, 2025
El problema es que no me pasa nada. No tengo motivos para quejarme, no hay nada que me preocupe en exceso, tengo salud, dinero y amor y sin embargo, no estoy satisfecho. Ojalá poder decir Me pasa esto, me falta aquello, me duele aquí o tengo miedo. Encontrar un motivo por el que luchar, un enemigo a quien vencer, alguien a quien echar la culpa de todo, una causa por la que estar vivo, algo que me sorprenda y me descoloque, que desbarate todos mis planes y me complique la vida. Pero no, solo hay calma, rutina e indiferencia. Todo me da igual. Me siento un impostor cuya pena no tiene justificación y a nadie le importa. Siento que la vida no es esto, sino que debe haber algo más, más intenso, más vibrante, más pleno, como si me hubieran arrebatado algo que me pertenece, como si me supiera a poco. Y mientras tanto, miro la vida pasar sin hacer nada, atrapado en los días idénticos de los que no sé cómo escapar, cansado de ser yo, sin saber muy bien por qué. Ojalá tener un motivo para esta tristeza.
jueves, octubre 02, 2025
No sé por qué siempre queremos lo que no nos conviene. Insistimos en llamar a puertas equivocadas, nos enganchamos a lo más nocivo, atraídos por el resplandor del fuego que acabará consumiéndonos. Constantemente me propongo dejar de hacerlo, alejarme de aquello que me hace daño, huir de la tentación del abismo, pero siempre acabo cometiendo de nuevo mis errores favoritos. Porque no importa lo que queramos, volveremos a caer una y otra vez en la trampa, dejándonos engañar por el mismo truco barato, porque no está en nuestra mano elegir cuando se trata de lo prohibido. Tal vez sea una cuestión de orgullo, como si se tratase de un reto ante el que no estamos dispuestos a rendirnos, aunque nos cueste la vida. Lo que nos hiere nos atrae, nos hacemos adictos al dolor que nos provoca, nos maltrata, nos humilla, nos vacía, y aun así, seguimos deseando lo que no está a nuestro alcance.
sábado, septiembre 27, 2025
La clave del bienestar es siempre el autoengaño. Fingir que no pasa nada, que lo mejor está aún por llegar, pensar que todo va a salir bien aunque no lo parezca, confiar en las palabras de la gente y creer que algún día cambiarán. Hay pocos indicios que nos hagan pensar así, pero te esfuerzas en creer que el destino te tiene reservada la recompensa que mereces. Cuando todo el mundo te dice que no va a pasar lo que deseas y te estrellas una y otra vez contra la pared, solo nos queda el autoengaño para seguir levantándote cada día de la cama, porque si asumes la realidad no podrías vivir ni un minuto más. Sales a la calle y te pones las gafas de realidad aumentada que te hacen ver un mundo ideal y creer que las cosas se arreglarán por sí solas. Fiel seguidor de lo imprevisible, rechazo mis pensamientos oscuros, empeñándome en llevar la contraria a la lógica y el sentido común, y adivino señales de la victoria en detalles que para otros pasan inadvertidos, confiando en que mañana dos más dos sumen cinco e imagino una aparición inesperada que resuelva todos mis problemas como un dios surgido de una máquina. Yo quiero creer, me miento a mí mismo a diario, lucho con todas mis fuerzas contra el desánimo, aunque no siempre lo consigo. No sé si será la edad, o las malas experiencias previas, pero lo cierto es que cada vez me cuesta más creer en los milagros.




