domingo, noviembre 23, 2025

La gente suele arrepentirse de decir algo inconveniente y se lamenta de no saber callar a tiempo. Yo en cambio suelo pecar de prudente. Tengo tanto miedo al rechazo que escojo siempre el silencio como primera opción. Me reservo mis opiniones y me aguanto las ganas de decir lo que pienso. Nunca pido nada ni me quejo en voz alta. Experiencias pasadas me aconsejan no desvelar nunca mis cartas. Temo demasiado que mis palabras sean malinterpretadas, o lo que es peor, que se me entienda. Y es esa mezcla invencible de cobardía y pudor lo que me hace callar más de lo que debería y me mantiene oculto en la sombra a la espera de que suceda algo como por arte de magia y después me lamento más por lo que callo que por lo que cuento. Es la pena que debo pagar por no atreverme a decir lo que quiero, sin saber que el silencio no es refugio sino condena.


 

martes, noviembre 18, 2025

Desconfío de mis deseos. Me pregunto si de verdad estoy dispuesto a arriesgar algo por lograrlos o acaso son caprichos pasajeros que mañana dejarán de importarme. Hay muchas cosas que se me antojan a diario, destellos que captan poderosamente mi atención y me hacen dudar del valor de lo que tengo, tal vez porque no sé lo que quiero y confundo la realidad con su apariencia, dejándome embaucar por el brillo de lo nuevo. Cansado de hacer cosas que no entiendo y no he elegido ante el miedo a equivocarme, hay momentos de flaqueza en los que entregaría todo a cambio de un espejismo y otros en los que nada consigue despertar en mí el más mínimo interés. No sé a qué lugar oscuro pueden llevarme mis decisiones, no quiero ser víctima de mis errores y quedarme sin excusas que me salven de la culpa. Pienso en las consecuencias de mis deseos y siempre juzgo mayores los inconvenientes que los éxitos, lo que me paraliza y me condena a seguir atrapado en este silencio, donde ya no pido nada por miedo a que se me conceda.


 

domingo, noviembre 16, 2025

El problema es que no me pasa nada. No tengo motivos para quejarme, no hay nada que me preocupe en exceso, tengo salud, dinero y amor y sin embargo, no estoy satisfecho. Ojalá poder decir Me pasa esto, me falta aquello, me duele aquí o tengo miedo. Encontrar un motivo por el que luchar, un enemigo a quien vencer, alguien a quien echar la culpa de todo, una causa por la que estar vivo, algo que me sorprenda y me descoloque, que desbarate todos mis planes y me complique la vida. Pero no, solo hay calma, rutina e indiferencia. Todo me da igual. Me siento un impostor cuya pena no tiene justificación y a nadie le importa. Siento que la vida no es esto, sino que debe haber algo más, más intenso, más vibrante, más pleno, como si me hubieran arrebatado algo que me pertenece, como si me supiera a poco. Y mientras tanto, miro la vida pasar sin hacer nada, atrapado en los días idénticos de los que no sé cómo escapar, cansado de ser yo, sin saber muy bien por qué. Ojalá tener un motivo para esta tristeza.