viernes, enero 31, 2003

Creo que hay quien a la hora de hacer su propio weblog pierde un poco la referencia.
Me explico:
Hay quien se pierde en diseños muy sofisticados que utilizan las herramientas de última generación, los sistemas de publicación más avanzados, los programas más complicados, y privilegian la forma sobre el fondo. Se sienten satisfechos si su página tiene una apariencia lo suficientemente compleja como para demostrar sus infinitos conocimientos informáticos, aun a costa a veces (yo diría las más) de la claridad y la facilidad de lectura, y luego se limitan a poner textos ridículos que a nadie interesan.
Los bloggeros (usuarios de blogger) solemos navegar por esas redes de dios con un enorme complejo, nos sentimos analfabetos, intrusos en un mundo que nos resulta ajeno la mayoría de las veces, y con mayor o menor descaro o vergüenza nos atrevemos a proponer al mundo nuestro propio blog, aun sabiendo que partimos con la desventaja de la ignorancia.
Pero tanto unos como otros nos sentimos así porque hemos perdido la referencia.
El espíritu de un weblog, blog, bitácora o como quiera que lo llamemos (acepto sugerencias), en mi modesta opinión, es el de facilitar a cualquier usuario, y repito, a CUALQUIERA, y no sólo a los más expertos, el poder expresarse y comunicar sus ideas, pensamientos, ocurrencias o desvaríos a la mayor cantidad de gente posible de forma ágil y sencilla. No debe estar reservado a quien domina la técnica, sino que es un elemento democratizador que pone al alcance de todo el mundo un medio de comunicación rápido, fácil y barato.
Preferir un weblog a otro por su aspecto es como elegir un libro por la portada, y aunque sé que hay muchos que así lo hacen y que incluso a veces es difícil resistirse a la tentación, deberíamos atender más al contenido, y no quedarnos en la superficie para penetrar en el fondo.
Supongo que el hecho de que esto suceda es sólo una manifestación más de la realidad de nuestro tiempo en el que por lo general solemos quedarnos en la superficie de todas las cosas, lamentablemente también de las personas, a las que a veces juzgamos por su aspecto externo sin preocuparnos por conocer su interior.
De todas formas que cada uno tome el camino que mejor le parezca, quizás yo sólo pretendía justificar la falta de medios y conocimientos de que dispongo y pedir un poco de clemencia cuando juzguéis mi diseño simple o rudimentario y que cuando os perdáis sin rumbo por otros blogs no atendáis tanto al diseño como a lo que allí se dice.
Aunque nunca viene mal adecentarse un poco.

miércoles, enero 29, 2003

Había olvidado cómo relegamos nuestros deseos y necesidades acuciados por la imposición y la prisa.
Sé que debería poner todo mi esfuerzo en buscar aquello que deseo despreciando las innumerables distracciones cotidianas e incluso desatendiendo mis obligaciones.
Empeñados en hacer lo más urgente olvidamos siempre lo importante.
No tenemos tiempo para aquello que es lo único que lo merece, y lo aplazamos indefinidamente quizás por pereza, quizás por cobardía.
Así llenamos las horas con actividades vacías que ocultan la realidad, con vaguedades y simplezas y no nos decidimos a enfrentarnos a nuestros temores que nos impiden hacer lo que deseamos.
Seguramente nunca lo haremos, nos dejaremos llevar por lo que nos ordenan o prohiben y creeremos todas sus mentiras, y nuestros sueños serán sólo un sereno lugar de la memoria al que acudir en busca de refugio para calmar las heridas cuando vivir duela y la noche se haga infinita.
Porque sé que olvidaré todo esto en pocos minutos y volveré a todas esas pequeñeces absurdas que me dejan exhausto y perdido entre las que lentamente se nos va escapando la vida.

lunes, enero 27, 2003

Cuántas veces os habéis preguntado qué sería de vosotros si hubieseis escogido otro camino distinto del que tomasteis. Nos convertimos en una persona determinada en función del camino que tomemos en lugar de la que podíamos ser de haber escogido otro. Y solemos tomar esas decisiones a ciegas, sin tener demasiados motivos para preferir algo, a veces dejándonos llevar por la inercia o por peligrosas intuiciones. Otras veces son otros los que eligen por nosotros, pero ese es otro tema.
A veces nos gusta pensar que todo sería ahora mejor si hubiésemos decidido hacer otra cosa, pero la elección la hicimos en su momento pensando que era la mejor y prefiero seguir pensándolo. De todas formas lamentarnos no nos sirve de nada, o de casi nada. Y quién dice que hay unos caminos mejores que otros. Sólo son diferentes, incluso sabiendo sus consecuencias dudaríamos al escoger.
Quizás no habrías conocido nunca a algunas personas importantes en tu vida o habrías conocido a otras diferentes, quizás mejores, o te habrías librado de algunos problemas, nunca se sabe.
Cada día lo hacemos, escogemos caminos que deciden nuestro futuro incluso sin darnos cuenta. Escogemos ser una persona y mueren en nosotros muchos que podríamos haber sido.
Todos los días tomamos decisiones, aunque parezcan pequeñas, que comprometen lo que haremos y lo que seremos.
Por eso a veces da miedo elegir cuando sabes que te va la vida en ello.

domingo, enero 26, 2003

A veces llegan cartas, o mails como ahora los llaman, y son cartas llenas de elogios que en un principio me tientan a llenarme de vano orgullo y autocomplacencia, pero rápidamente corrijo esa primera intención presuntuosa y me avergüenzo de ella. Porque prefiero asignar esos supuestos méritos que algunos ven en lo que escribo a la fortuna o la casualidad, para así poder atribuirles también a esos mismos elementos mis repetidos fracasos.
Si fuera tan estúpido de creerme todas esas palabras halagadoras y pensar que las virtudes de este diario se deben todas a mí, tendría asimismo la obligación de reconocerme como el único culpable de todas esas ocasiones en las que las cosas no salen como yo esperaba, y me doy cuenta de que cuando eso sucede lo atribuyo siempre a otros elementos externos a mí, al azar o a los demás.
Por eso, cuando extrañamente hago algo bien no me enorgullezco de ello para no sentirme culpable de todos mis errores y poder seguir quejándome sin mala conciencia de mi mala suerte, como tanto me gusta hacer.
Así que si este post de hoy es una mierda no es culpa mía, sólo es que no se me dio bien el día y me dejó bastante vacío de ideas y palabras.

viernes, enero 24, 2003

Cómo nos gusta complicarnos la vida. Comernos la cabeza con paranoias diversas, dar vueltas alrededor de un mismo punto y confundir las cosas más sencillas.
Tenemos esa extraña cualidad de hacer difícil lo más fácil, de enredar lo obvio, porque le damos a todo más valor del que verdaderamente tiene, creemos que las cosas han de ser necesariamente más profundas, más enrevesadas, más enigmáticas para que así nos resulten más atrayentes y hacerlas importantes cuando no lo son, incapaces de aceptar su naturaleza simple, pero es esa misma idea que nosotros creamos lo que nos resulta después insufrible, nos ahogamos en un mar que nosotros mismos hemos llenado.
Yo, como ya recomendaba alguien hace demasiados siglos como para poder acordarme, he decidido quedarme siempre con la explicación más sencilla.
Tampoco es todo tan complicado, el mundo está pintado con muy pocos colores.

miércoles, enero 22, 2003

A veces esperas algo con demasiada ansiedad, los días se convierten en un mero tránsito que hay que recorrer hasta llegar a ese momento soñado y todo lo que haces está en función de ese objetivo.
Miras a tu alrededor y no te gusta nada de lo que ves, piensas en tu vida y te sientes vacío, pero luego recuerdas esa ocasión especial que ansías y sientes que todo el dolor merecerá la pena si puedes alcanzarlo algún día.
Pero muchas veces no llega lo que esperabas y tu mundo se derrumba inevitablemente. Todos tus esfuerzos y sacrificios dejan de tener sentido y te sientes desfallecer.
Lo bueno del ser humano es que pronto encontramos algo nuevo que esperar, pensamos que la meta sólo estaba un poco más lejos de lo que creíamos y todo vuelve a comenzar, tampoco nos queda otra opción. Se trata de tener siempre algo que esperar del futuro, si no cómo soportaríamos esta mediocridad absoluta en la que nos deslizamos sin hacer ruido, como si nunca hubiéramos existido.
Cuándo llegará el momento en que dejemos de esperar. Aunque no sé si quiero que llegue. Puede que luego nos decepcione y que lo mejor, como siempre, sea el camino.

lunes, enero 20, 2003

Los lunes son una nueva ocasión para reanudar tareas pendientes. Suelo comenzar la semana con ganas de retomar esas cosas que tengo aparcadas desde hace mucho tiempo y de recordar lo que he olvidado, pero tras un comienzo prometedor pronto me canso y lo abandono todo de nuevo, acogiéndome a mil excusas que no consigo creerme demasiado porque las tengo ya muy aprendidas. Luego me quejo de mi pereza, de mi dejadez, de mi falta de voluntad, pero no sé si es sólo una excusa más y la pereza un mecanismo de defensa para no intentar cosas de las que soy incapaz y que nunca saldrían bien. Así la semana irá pasando y se irá apagando ese empeño inicial y aplazaré todas esas tareas pendientes al próximo lunes, mientras en el fondo pensaré que nunca las haré y no hallaré el modo de sellar las ventanas para evitar que la vida se nos siga día a día escapando por las rendijas.

domingo, enero 19, 2003

Había olvidado que a veces una mentira ayuda a quien la escucha más que a quien la dice.
Había olvidado que a veces creemos lo que nos dicen porque nos conviene, aunque en el fondo dudemos mucho de su veracidad, pero nos agarramos a esa pequeña posibilidad de que sea cierto porque necesitamos esas mentiras para vivir.
Había olvidado que la verdad no le interesa a nadie. Que el mundo se sostiene sobre infinidad de pequeñas mentiras cotidianas, apariencias que niegan lo que esconden, engaños asumidos, hipocresías que se suponen correctas, máscaras que ocultan los sentimientos.
Había olvidado que no podía decir lo que pienso, que no debía ser sincero, soltar verdades a la cara, porque no es correcto y puede causarme problemas.
Y es que he olvidado qué es lo correcto.
Pero no sé si quiero recordar eso.

viernes, enero 17, 2003

Había olvidado que a veces dejamos de interesarle a alguna persona con la que creíamos haber conectado bien e intenta desaparecer de nuestra vida sin hacer ruido, pero que no te lo dirá nunca, es más, estará dispuesto a negarlo repetidas veces y a afirmar lo contrario sin rubor si tienes la oportunidad de preguntárselo. Se limitará a ir dejando señales cada vez más evidentes hasta que dejes de resistirte a creer que ya no le importas.
Había olvidado esa sensación que te deja, mezcla de impotencia y culpabilidad en la que no puedes dejar de pensar en qué te has podido equivocar para que eso ocurra, y repasas concienzudamente todos tus actos y palabras con esa persona para buscar el error pero no logras hallarlo porque ese error no existe. Es simplemente que has dejado de interesarle o que quizás nunca le interesaste demasiado y ya se cansó de que no te dieras cuenta. Y no podemos culparle de nada, ni tampoco a nosotros mismos, sólo es que cada día elegimos a unas personas con las que compartir nuestra vida y despreciamos a otras quizás por cosas insignificantes que marcan decisivamente nuestra vida.
Había olvidado cuántas veces hago yo lo mismo, cuánta gente dejó de interesarme un día quizás sin motivo, cuántas veces elegí a alguien en detrimento de otro y cuántas he negado que eso ocurriera.
Había olvidado qué difícil es que coincidan las personas que elegimos con las que nos eligen a nosotros.
Pero habrá que seguir intentándolo.
Aunque duela tanto sentirse despreciado.

miércoles, enero 15, 2003

Cientos o miles de kilómetros nos separan.
Quizás nunca nos conozcamos, es lo más seguro, y si lo hiciéramos un día quién sabe si encontraríamos algo demasiado distinto a lo esperado.
Puede que seamos muy diferentes, lo afirmaría sin duda, que más allá de la distancia nos separen cosas mucho más importantes.
Pero todo eso da igual en este momento.
Ahora mismo, en este preciso instante en que te hablo en silencio, nada nos separa ya. Estamos solos tú y yo sin nadie que nos observe ni nos juzgue, unidos en un acto irrepetible. Y me siento bien, confiado, seguro, dispuesto a destapar todas mis cartas y a revelar secretos que yo mismo ignoraba.
Porque cientos o miles de kilómetros no son nada cuando se escribe y se lee con el corazón, y ahora mismo te siento aquí a mi lado, y nada hay más allá de este momento dichoso en el que fugaces nos encontramos.

martes, enero 14, 2003

Ven, acompáñame desnuda de memoria y deseo a ese oculto lugar donde habita el olvido, donde el pasado es ficción inverosímil y el dolor se apaga pronto abandonado en el desierto.
Todos esos recuerdos que te dañan, esas mentiras con las que hemos vivido tanto tiempo, no tienen sitio en ese espacio sagrado, morirán mucho antes que nuestros cuerpos.
Déjate llevar confiado por senderos que conozco bien pues son mis preferidos, caer en la inconsciencia del momento único incapaz de repetirse, en el que no busquemos aplazar el placer en el recuerdo porque no seremos capaces de evocarlo, y entonces al fin, olvidemos juntos tantas cosas equivocadas que aprendimos indefensos.

lunes, enero 13, 2003

Ay, qué mala memoria la mía.
Hoy me he olvidado de ir a trabajar, bueno, antes de eso fue que anoche se me olvidó poner el despertador y es que se me había olvidado qué día era y que tocaba madrugar.
Así que cuando me levanté a mediodía y puse la televisión empecé a recordar todas las cosas que tenía que haber hecho hoy.
Intenté recuperar algo de tiempo y hacer algunas de esas cosillas, pero al salir a la calle estuve un buen rato buscando el coche que no recordaba dónde había dejado, hasta que me acordé que una de las cosas que tenía que hacer era recogerlo del taller. Así que me fui andando pero me perdí porque no recordaba el camino y volví a casa a duras penas.
Cualquier día de estos me olvido de que existe este diario y no me volvéis a ver el pelo.
A todo esto, de qué os estaba hablando.
Da igual, sería mentira.
Menos mal que anoche no se me ocurrió hacer el test ese de la memoria de antena3, creo que podría haber batido records históricos, pero no creáis, también tiene sus ventajas esto de olvidar tan fácilmente, otro día os las cuento que ahora tengo una cita importante que se me había olvidado y antes tengo que tomarme las dichosas pastillas de la memoria (por cierto, dónde habré dejado el bote).

sábado, enero 11, 2003

La pérdida de un pequeño elemento que hasta entonces ni siquiera valorabas suficientemente puede trastocar tu mundo de manera decisiva.
Un día despiertas y ya no está ahí, te preocupas pero piensas que volverá, que todo acaba volviendo. Pero pasan los días y la espera empieza a hacerse insoportable. Comienzas a ponerte nervioso, a preguntarte dónde estará y eso que a otros podría parecer insignificante (incluso a ti mismo te lo parecía hasta entonces) se revela como algo muy importante en tu vida, que desde ese momento es más triste y vacía.
No me canso de esperar a que todo sea como antes. Pero duele tanto esperar...

viernes, enero 10, 2003

Es fácil sentirse perdido, viviendo en un mundo extraño rodeado de desconocidos que he olvidado.
Es una extenuante labor diaria que nunca acaba, aunque a veces hayamos creído superar esa sensación siempre vuelve implacable.
Cada día intento que la realidad no me supere, trato de entender aunque sea mínimamente lo que ocurre a mi alrededor, analizo cada movimiento, cada signo que contemplo, pero todo acaba escapándose de mis manos impotentes.
Nunca me creí escasamente dotado pero confieso que soy incapaz de comprender nada de esto, que no dispongo de los medios necesarios para hacerlo, y la vida se convierte una vez más en una incesante lucha contra el desconcierto que nunca venceremos.

miércoles, enero 08, 2003

Por fin acabó el disparate de las fiestas.
Sí, todo tiene su lado bueno, trasnochar, dormir hasta mediodía, tener algo más de tiempo libre para hacer esas cosas pendientes que nunca hacemos y que siguen igual tras estos días, comer sin remordimiento porque las fechas lo requieren, perder las horas sin mala conciencia y poco más.
Pero desde luego la vida no son los días festivos, es todo junto, pero si hay que decantarse la vida son los días normales, madrugar, disfrutar los breves descansos que nos concede la jornada, el sentimiento de culpa, soñar con tener tiempo para todo lo que queremos hacer aunque luego no lo hagamos y todas esas pequeñas cosas de las que tan bien sabemos quejarnos.
Y hay que instalarse en ese lugar inestable lo mejor que podamos para sacarle el mayor partido posible. Para ello lo primero es dejar de ver estos días como un sacrificio, como un tiempo de tránsito que hay que recorrer lo más rápida e inadvertidamente posible entre los días libres. Lo malo es que no me acuerdo de cómo hacerlo, ni siquiera de si alguna vez fui capaz. Apostaría a que no. Pero habrá que intentar todo lo que siempre deseamos olvidando que alguna vez fracasamos y pensando que todo empieza cada día como si fuera nuevo.
Bienvenidos a la normalidad.
Pónganse cómodos.

martes, enero 07, 2003

Bien, puede que esto no sea lo que estáis buscando, ni siquiera es lo que a mí me gustaría que fuese. Qué se le va a hacer. Muchas veces pienso en cambiar el contenido de este diario, en hacerlo de verdad un diario personal en el que cuente (como si a alguien le importara) lo que me pasa, lo que pienso, lo que veo, lo que hago..., pero después me digo que tampoco me pasa ni pienso ni veo ni hago nada tan interesante que merezca la pena ser escrito y mucho menos leído, así que vuelvo a dejar al amnésico hablar y me pierdo en divagaciones diversas que no me delaten demasiado.
Leo otros weblogs y a veces me parece estar perdido en este mundo porque no veo ninguna relación entre lo que ellos escriben y lo que hago yo. Debe ser que la mayoría tiene la razón, que soy sólo yo el que desentono y que este rollo de las bitácoras no vaya de esto. Me suele pasar, sentirme diferente a los demás, raro, solo, perdido, equivocado... y no iba a ser menos a la hora de escribir un diario.
No sé, supongo que hoy estoy un poco decaído y sin confianza en mí mismo y me dan ganas de mandar todo esto a tomar por culo, porque pienso que me lleva demasiado tiempo y que el esfuerzo no se ve recompensado. Quizás debería dedicar todo ese tiempo y esfuerzo a algo más productivo y satisfactorio. Quizás debería contar batallitas, o cerrar la página antes de que llegue a obsesionarme con ella y me produzca más daño que beneficio. Hay signos que te desaniman y verlos repetidos día tras día te hace pensar en que nada de esto merece la pena. Pero cómo saberlo con certeza.

lunes, enero 06, 2003

Hoy lamentas lo perdido como si fuera lo único. Recuerdas, tú que aún puedes, esas horas infinitas, esos cuerpos poderosos, ese espacio sin límites que te prolongaba. Cierras los ojos aunque ya vives a oscuras y te imaginas volver a esos días azules y ese sol del ayer que no dejaba sombras, y entre tus párpados temblorosos una lágrima arrastra en su caída todos los sueños y te hace regresar a la vulgar realidad de nuestro tiempo errático.
Pero hoy estás aquí, a mi lado, silenciosa y dulce como las horas vespertinas de un otoño cálido y sólo tu presencia es suficiente para hacer que estos sean mis días azules y este sol no produzca en mí sombras.
Sólo porque tú perdiste la gloria puedo yo hoy gozarla. Tu pena es mi alegría.
Así es este mundo ingrato por el que pasamos sin mirar, en el que tan extraña es la felicidad y tan amplia la tristeza y tan difícil que coincidan dos instantes prodigiosos.

sábado, enero 04, 2003

El pasado hace daño,
si fue bueno porque ahora lo echamos de menos
y si fue malo porque dolió y al recordarlo se reaviva ese dolor.
Por eso lo mejor es ser amnésico.
Esa es un poco la idea, cuando el pasado duele borrarlo.
Claro q no es fácil, pero no nos deja avanzar,
no nos deja disfrutar del presente
y hay que intentar superarlo,
a no ser que quieras volver atrás a recuperarlo.
Creo que estoy iniciando un nuevo camino,
me encontraba en un lugar sin salida
y tenia que dar un paso,
el problema era que no sabía hacia dónde darlo,
pero bueno, me dejo llevar un poco.
Ahora sé que no importa hacia dónde das el paso, sólo darlo.
Parece que ha amanecido un nuevo día,
porque la noche era ya demasiado larga
y por un momento pensé que no volvería a amanecer.

Huye de la gente que no tiene nada que hacer, de la gente aburrida, que no sabe en qué emplear su tiempo y cree que tú tampoco.
Huye de quienes no tienen objetivos ni inquietudes, de quienes no piensan ni sueñan.
Personas que se perpetúan sin sentido ni motivo para hacerlo, que no creen en el futuro porque saben que será igual de vacío que hasta ahora, pero no harán nada por cambiarlo.
No dejes que te arrastren a esa espiral de inacción y derrota, los que no esperan ni buscan nada.
Por favor, no me permitas abusar de tu tiempo.

jueves, enero 02, 2003

Es fácil buscar excusas.
Todo tiene una explicación aparentemente lógica, pero la lógica es sólo el juego del engaño.
Cuando algo en tu vida no es como te gustaría que fuese tratas de hallar una justificación externa a lo que está pasando, de encontrar una salida con la que anestesiar la conciencia y evitar dar demasiadas vueltas intranquilo en la cama.
El problema son siempre los demás, las circunstancias, la sociedad, la vida o es que las cosas simplemente son así y no se puede hacer nada por cambiarlas.
Algunos hasta se lo creen.
Pero convendría dudar de si hemos puesto todo de nuestra parte, si hemos hecho lo que debíamos o por el contrario nos hemos dejado llevar en la comodidad y el lamento.
Seguro que no.
Pero habrá que volver a inventar nuevos motivos, pensar que la causa de nuestros males es mayor que nosotros, porque no nos gusta sentirnos culpables de nada.
Hoy hay muchos dispuestos a tirar la primera piedra.

Por pedir que no quede.
Comienza el año y tenemos la oportunidad de formular nuestros más secretos deseos.
Y pedimos cosas diversas sin demasiada convicción, pensando en el fondo que dentro de doce meses estaremos aquí de nuevo los mismos, un poco cambiados quizás, un poco más viejos seguro, un poco más sabios no creo, con las mismas decepciones y necesidades y formulando estos mismos deseos recurrentes de hoy.
Pero este es un día para soñar, hoy es más gratis que nunca y podemos abusar de ello. Quién sabe si no haberlo conseguido antes sea sólo fruto de que lo hemos deseado poco.
Así que no pienso quedarme corto nunca más, apunto alto, que si no llego al menos habré superado cotas nunca imaginadas por mí.
Sólo quiero pedir al año nuevo que de verdad lo sea.