lunes, septiembre 30, 2002

Cada día me busco.
Me busco en los espejos cuando me miro. Me busco en los objetos de mi casa. Me busco en las cosas que hago y en las que dejo de hacer. Me busco en lo que me gusta y en lo que no. Me busco al despertar y al atardecer. Me busco sin descanso y sin resultado.
Como todos hacemos.
Pero otros tienen algo a que agarrarse. Los recuerdos. Eso de lo que yo carezco. Y en base a ellos se construyen cada día su propia imagen. Y se la creen, aunque puede ser tan falsa...
Los recuerdos nos engañan. Olvidamos cosas que son importantes pero que las negamos porque nos desagradan y así vamos formándonos una idea equivocada de nosotros mismos. La que más nos conviene.
Pienso que mi búsqueda puede ser más fiable. No habrá recuerdos que vengan a engañarme. No habrá mentiras aceptadas durante mucho tiempo. Sólo yo desnudo frente a mí mismo.
Y puede que lo que encuentre no me guste nada. ¿Te gusta a ti lo que encuentras cada día?

sábado, septiembre 28, 2002

Las pequeñas tareas cotidianas se hacen difíciles para quien ha perdido la memoria.
Ya no recuerdo cómo cocinar, cuánto detergente poner en la lavadora o cómo conducir el coche.
Así la comida me sale intragable, la ropa nunca queda bien y he renunciado siquiera a intentar arrancar el coche.
Necesitaría alguien a mi lado que me enseñara a hacer todo lo que he olvidado.
Te necesito a ti que no sé quién eres.
Quién no necesita a alguien a su lado aunque no haya olvidado el pasado.
Quién no se siente a veces sólo y perdido sin saber qué hacer ni adónde ir, como si todo le resultara desconocido.
En eso no me diferencio mucho de ti.
Tú y yo somos dos seres perdidos vagando sin rumbo en un mundo extraño sin saber quiénes somos.

viernes, septiembre 27, 2002

Puedo sentirlo dentro de mí.
Es como un fuego que recorre mi cuerpo incesante
y por las noches no me deja dormir en paz.
Porque aunque mi cabeza no te recuerde
mi cuerpo no puede dejar de hacerlo.
Puede que haya olvidado tu nombre o tu cara
pero no he olvidado que te amé.

jueves, septiembre 26, 2002

Salir a la calle y descubrir todo por vez primera es un placer indescriptible y al alcance de muy pocos.
Agotado después de la caminata me siento en un banco en el parque al atardecer y cierro los ojos sin miedo e imagino cómo sería mi vida antes de toda esta locura.
Me gusta pensar que fui feliz, me gusta verme en este mismo lugar en compañía de alguien, cogidos levemente de la mano, con los ojos cerrados como ahora y unos labios cálidos calmando la sed de los míos.
Y mientras imagino recordar siento de nuevo esa presencia amda junto a mí. Siento esos labios suavemente posarse en mi mejilla como un suspiro. Sé que al otro lado de mis párpados cansados está ella, pero no me atrevo a abrirlos porque temo que se desvanecerá con la luz. Así que he pasado mucho tiempo de esa manera, sentado allí sin mirar afuera y sintiéndome bien por primera vez en muchos días.
Cuando he abierto los ojso por fin y he mirado a mi alrededor he visto unas huellas sobre la tiera húmeda del parque que llegaban hasta mí y que juraría que no estaban antes allí. He pensado que no me habría dado cuenta de su presencia pero al llegar a casa me he visto de pasada en el espejo y algo raro me ha llamado la atención y me ha hecho detenerme frente a él para mirarme mejor.
Allí, en mi mejilla,había unos labios perfectamente dibujados de rojo carmín.

miércoles, septiembre 25, 2002

Cuando buscas algo es imposible encontrarlo, cuando no lo quieres ni ver es imposible no hallarlo a cada paso.
Volví al lugar de mi encuentro con aquella chica. Llegué bastante temprano. No quería perder la ocasión.
Pasaron las horas y no la volví a ver. Volví a casa triste y decepcionado, pensando que había estado perdiendo el tiempo.
Cambié de táctica. No había que esperar a nadie. Sólo caminar sin rumbo por las calles y algo surgiría. Seguro.
Así lo he hecho. Esta noche salí a la calle, pasando por los sitios más concurridos y al poco tiempo empecé a ver que había gente que me saludaba. Era sólo un ligero adiós, un movimiento de cabeza cómplice y desaparecían. Y yo allí como un tonto sin saber qué hacer. Hasta que detuve a uno de ellos con un pequeño toque en el brazo.
"Hola, ¿te conozco?", y miraba desconcertado "Ber, hombre, como no voy a conocerte, si hemos ido al colegio juntos". Al fin una pista. "¿Cómo te llamas?", me dijo su nombre, que a ti no te dirá nada, e intenté hablar con él más, pero decía tener prisa. No le creí. Creo que estaba asustado. Debí parecerle raro. Qué pensaría de mí. Así que se fue sin decir más.
Como un extraño más.
No sé a qué esperas tú que me estás leyendo y sabes quién soy, a lanzarme un cabo al que agarrarme. Acaso te importo tan poco. Acaso tienes alguna cuenta pendiente conmigo y prefieres que me ahogue. Al menos podrías recordarme todo lo malo que te haya podido hacer.
Si no recibo contestación en una semana dejaré de escribir esta llamada de auxilio. Para qué seguir haciendo algo que no sirve de nada. Escribiendo algo que nadie lee.
Me gustaría que le dieras un sentido a estas notas apresuradas que tomo sin orden ni acierto.
Me gustaría que le dieras un sentido a mi vida.
Aunque sé que eso es tan difícil...

martes, septiembre 24, 2002

Cuando todo iba viento en popa (creo recordar que se decía así), vas y te pegas con la realidad de bruces.
Yo estaba contento con no ser nadie. Con no tener que lamentar nada del pasado. Pero ya sospechaba yo que las cosas no iban a durar mucho tiempo bien.
Salí a la calle como un hombre nuevo y cuando menos me lo esperaba alguien me detuvo poniendo su mano en mi hombro.
"Hola", era una chica, no me sonaba de nada su cara, y al parecer la mía me delataba, "¿Ya no te acuerdas de mí?". Ni siquiera tuve que abrir la boca, llevaba la respuesta pintada en la cara. Parecía decepcionada. "¿Tan fácil es para ti olvidar?", y no me atreví a decirle que mucho más de lo que podía imaginar y de lo que yo desearía. "Pues yo pienso en ti cada día". Eso fue un golpe bajo.
Quise decirle la verdad. Decirle que no podía recordar si pensaba en ella antes, decirle que me gustaría recordarla y que me esforzaría por hacerlo, pero no supe cómo hacerlo. Me dio vergüenza. No sé por qué. Ahora me da vergüenza que me diera vergüenza.
"Lo siento", fue lo unico que pude decir, y se marchó malhumorada a toda prisa.
Ahora no dejo de pensar en ella. Es la primera persona que encuentro que me conoce y podría ayudarme. Pero no sé cómo volver a hallarla.
De repente el pasado se presenta ante mí en forma de mujer para remover mis sentimientos y hacerme dudar de todo lo que pensaba.
Todos mis planes se han venido abajo con un simple encuentro fortuito.
Al parecer no tengo convicciones muy firmes. Quién puede presumir de lo contrario.

lunes, septiembre 23, 2002

He tirado la agenda.
Quiero aprovechar esta oportunidad.
Cuántas veces a lo largo de nuestra vida hemos pensado que nos gustaría romper con el pasado para siempre, para comenzar una nueva andadura sin el pesado lastre de los años vividos y de los recuerdos que nos atrapan impidiéndonos avanzar.
Y ahora que el destino me da esta ocasión no puedo rechazarla. Al menos me gustaría probar a empezar una vida nueva.
Además en una semana nadie me ha llamado ni ha venido a verme, así que no debo de tener muchas amistades o por lo menos que merezcan la pena.
Hoy es el primer día del resto de mi vida. Bueno, mejor dicho el octavo.
Y aunque muchas veces lo he intentado sin lograrlo, ahora no me cuesta creer que va a ser la definitiva.
Esa agenda era una trampa del pasado. Si alguien se interesa por mí que venga a buscarme. No voy a ir por ahi mendigando.
No es mi estilo. No sé si antes lo sería, pero ya no.
Lo malo es que me da miedo empezar de cero. No tengo nada en qué apoyarme. Todo es desconocido. Pero ese miedo es necesario. No quiero volver a andar los mismos caminos de siempre. Nunca más. Nunca.

domingo, septiembre 22, 2002

De repente sonó el teléfono.
Me sorprendió tanto que me quedé unos segundos paralizado.
Cuando al fin reaccioné y pude cogerlo se cortó.
Afortunadamente volvió a sonar unos minutos después, cuando yo ya creía que había perdido la oportunidad de saber algo nuevo, bueno, mejor dicho, algo viejo.
Se habían equivocado. Peguntaron por un nombre que me resultaba desconocido, como todos lo son para mí ahora.
Después he pensado que igual no se habían equivocado. Que quizás yo debía conocer ese nombre y he hecho esfuerzos por recordarlo pero no lo he logrado.
Ahora no dejo de pensar que debía haber dicho algo más.
No volveré a decir que no conozco a alguien. Como mucho que no lo recuerdo. Pero ese no es motivo para decir que no lo has conocido. Antes, cuando yo aún era alguien. Cuando todo era posible.

sábado, septiembre 21, 2002

Hoy tocó hacer examen exhaustivo de todo lo que encontrara en casa.
Revolver trastos viejos y papeles durante horas para no hallar nada.
Finalmente hubo recompensa.
Cuando estaba a punto de darme por vencido encontré una pequeña agenda de teléfonos. Parecía algo antigua. Igual esos números o esas personas ya no existían, o al menos no como yo los habría conocido.
Pero era la tabla de salvación para el náufrago que soy.
Lo malo es que no me he atrevido a usarla. Me he pasado todo el día sentado en casa con la agenda encima de la mesa pensando si utilizarla o no. Y qué decir en caso de hacerlo.
No sé si quiero subirme a esa tabla o prefiero seguir nadando libremente mientras aún me queden fuerzas antes de ahogarme.
Empiezo a cogerle el gusto a esto de no tener pasado. Y por lo tanto tampoco presente ni futuro, porque quien no tiene una cosa tampoco tiene la otra.
No está tan mal esto de no ser nadie. Quién sabe qué peligros encierra el pasado.

viernes, septiembre 20, 2002

Buf, después de una semana, nadie me ha dado una pista de quién soy.
Ningún correo alentador, ninguna llamada fructífera.
Al parecer no puedo esperar nada de los demás. Es una buena lección que he aprendido hoy. O que he recordado, porque igual ya la sabía y la olvidé.
Convendría que tú también te lo anotases si es que no lo sabías o si también lo has olvidado.
Así que tendré que salir al encuentro conmigo mismo.
Pero me da tanto miedo lo que pueda encontrar...

jueves, septiembre 19, 2002

He estado inspeccionando mi casa en busca de recuerdos.
Todas las casas están llenas de recuerdos. Aunque a veces nos cueste hallarlos.
No me decían nada los objetos que encontraba. Traté de buscar papeles que me dijeran algo más. Pero no los había.
Después de un tiempo buscando encontré una pequeña nota con una dirección. Sólo ponía eso. Ningún nombre. Nada más.
Así que si quería averiguar de qué se trataba tendría que ir allí.
Y así lo hice.
Menos mal que encontré un mapa de la ciudad entre mis cosas y así pude orientarme. El sitio no estaba demasiado lejos de donde vivía y fui andando. Tardé poco tiempo en llegar.
Era un edifcio como otro cualquiera. Nada indicaba otra cosa. Llamé al timbre del piso que tenía apuntado. Me abrieron sin preguntar.Subí. Llamé a la puerta y me abrió una chica. Era bastante guapa. Me pregunto qué quería. Le dije que no lo sabía, que eso era lo que quería que ella me dijera. Me miró con cara de no comprender nada.
Le pregunté si me conocía. No. No me conocía. Si mi nombre le decía algo. Tampoco.
Así que allí estábamos dos desconocidos mirándonos unos segundos en silencio sin saber qué decir. Pedí perdón y me fui por donde vine.
Antes de volver a casa di un paseo por la ciudad. El caso es que me resultaban familiares las calles. Incluso me pareció conocer una de las caras con las que me cruzé. Me detuve frente a ella mirándola fijamente. Pero pasó de largo, sin mirarme.
No sé por qué no me atreví a decirle nada.
Esta estúpida timidez va a ser un serio problema para saber quién soy.
Empiezo a perder la esperanza de averiguarlo algún día.
Pero tampoco siento eso como algo malo. Quizás sea mejor así.
No saber nada de mí. No digas que a ti no te gustaría a veces también. Pues eso.

miércoles, septiembre 18, 2002

No sé por qué recuerdo algunas cosas extrañas.
Son como imágenes que me vienen a la cabeza sin saber cómo.
Hoy he visto en mi memoria una puesta de sol. No estaba solo. Había alguien a mi lado. Pero no podía ver su cara.
Eso me ha puesto triste durante todo el día.
Supongo que he de empezar a buscar caras conocidas que me recuerden algo.
¿Eres tú que me lees una de esas caras?
Si fuera así me gustaría que me enviaras tu foto para ver qué me sugiere.
Sería muy triste que me la mandaras y tú cara no me dijera nada. Pero no te sientas mal por ello. No es nada personal.
Tampoco la mía me dice nada.
Han pasado unos días y tampoco he descubierto gran cosa.
Todo lo que creía averiguar sobre mí resultaba estar equivocado.
Y esa es la primera lección que he aprendido. Que no hay que fiarse de las apariencias. Cuando crees que ya tienes algo resulta que es cuando más lejos estás de conseguirlo. Por eso ya no me dejo impresionar por lo que veo. No me fío ya de nada.
Resulta que busqué más fotos en mi casa y encontré una en la que estaba con una chica. Se nos veía muy acaramelados. Pensé que sería mi novia.
Ponía un nombre detrás. Así que lo anoté.
Luego encontré el móvil encima de la mesa. Por suerte estaba encendido, si no cómo iba a recordar el código pin?
Busqué rápidamente en el directorio su nombre. Y la llamé.
Una voz familiar se oyó.
"Soy Bernardo", dije, "no me acuerdo de nada. Pero creo que te quiero"
Al momento se oyó colgar. No sé qué hice mal.
Supongo que no tenía que haber creído nada.
Cómo puedo estar seguro de querer a nadie, si ni siquiera estoy seguro de quién soy.
Más bien no tengo ni idea.

lunes, septiembre 16, 2002

He pensado que podríais ayudarme.
Si alguno de los que leen esto creyera conocerme, me hubiera visto alguna vez o supiera algo de mi vida, le agradecería me escribiera dejando su comentario.
Así que si crees que sabes quién soy y estás seguro de quién eres tú, ayudame, por favor. Mándame un mail en contacto.
No daré ninguna recompensa, como pasa con todas las cosas importantes.
Pero si te sirve de consuelo te estaré eternamente agradecido.
O al menos mientras pueda seguir recordándolo.
Hoy recordé algo.
Estoy seguro de eso. Creo que era algo importante.
Pero después lo olvidé.
Por eso necesito estas notas. Para apuntar todo lo que vaya recordando, porque no me puedo fiar de una memoria que tan poca confianza me ofrece.
Hay cosas que recuerdo, pero luego, cuando voy a escribirlas me doy cuenta de que las he olvidado.
Son como destellos breves que no dejan más que una imagen a la que no sé poner nombre y que ante mi duda se desvanece tal y como llegó.
Creo que la clave de todo esto está en esos destellos.
Pero cómo atraparlos.

sábado, septiembre 14, 2002

Hoy he despertado y no recordaba nada.
Así que estoy en la misma situación que tú. No sé nada más de mí de lo que tú sabes. Bueno sí. Lo que he ido descubriendo a lo largo del día. Pero para no estar en ventaja te lo escribiré aquí al final de cada día. O cuando tenga tiempo y ganas. Que no sé si será mucho o poco. Cómo saberlo, si no recuerdo en qué empleo mi tiempo y mi esfuerzo.
No sé cómo ocurrió, obviamente si no recordaba nada tampoco podía recordar qué me había pasado para llegar a esta situación.
Y lo curioso es que no he sentido nada al respecto.
Ni rabia.
Ni tristeza.
Ni dolor.
Ni siquiera me ha importado un poco.
De hecho, no sé por qué tendría que sentir cualquier cosa.
No sé si alegrarme de haber dejado en el olvido un pasado que lo merecía o si lamentar haber perdido recuerdos bellos.
Lo que me doy cuenta es de que es mentira eso de que existan recuerdos inolvidables.
Yo soy la prueba viviente de ello.
Corregiré a cualquiera que oiga decir eso.
Me he visto aqui solo en mi habitación y no sabía ni mi nombre y he comenzado a intentar recordar.
Lo primero y más fácil es empezar a registrar mi casa.
¿Mi casa?
No sabía ni siquiera si vivía solo, en pareja o con mis padres.
No sabía ni siquiera si mis padres vivían.
Eso me ha puesto triste.
He pensado que debía lamentar no recordar nada de mis padres y lo he visto lógico.
Pero tampoco lo he sentido tanto como para llorar.
He empezado a registrar mi casa, en busca de alguien pero no he hallado a nadie. Ni siquiera huellas de que más de una persona viviera aquí.
Al parecer, vivo solo, bien, ya sabemos algo de mí.
Despues he pensado que debia conocer mi cara, no la recordaba, y he ido a buscar un espejo para mirarme.
Si he de ser sincero, y es lo que pretendo, no me ha gustado lo que he encontrado al otro lado del espejo y por lo tanto a éste.
Comenzamos mal. Tampoco debería esperar mucho. Sería mejor.
Después he querido saber mi nombre. Necesitaba poder identificarme para hablar con alguien, y he buscado documentos, cartas, lo que fuera para ver cómo me llamo. Al fin he encontrado el DNI y alli he conseguido muchos datos más de los que buscaba. Es lo único que sé por ahora.
Seguiré investigando y te diré todo lo que encuentre. No prometo nada. No esperemos de mi mucho. No sé por qué, pero no tengo mucha confianza en mí mismo. Mejor esperar lo peor.