viernes, noviembre 30, 2018

Tienes todo el derecho del mundo a llorar y lamentarte por tu pérdida, es más, no entendería que no lo hicieras. Así que si es lo que te apetece, grita, llora y maldice a todos los dioses del cielo, arrástrate por el suelo, tírate de los pelos y arráncate la vida a jirones, pero no te quedes ahí estancada para siempre, no pierdas de vista el sentido de todo esto, que no vinimos para la pena y el sufrimiento sino a dar todo nuestro cariño y amor tal y como lo recibimos de quienes partieron, que la vida es a veces sueño y otras pesadilla, pero las sombras no deben impedirnos ver tanta luz como tenemos. Si hace falta, hoy lloraré contigo, blasfemaré en todas las lenguas que conozco y me arrancaré los pocos pelos que me quedan, pero mañana quiero verte sonreír de nuevo, vivir al máximo sin miedo, descubrir todo lo bueno que aún te espera y entregarte con pasión a lo que amas, tal y como él habría querido que lo hicieras.

miércoles, noviembre 28, 2018

Durante mucho tiempo la vida nos hurtó lo que nos correspondía. Fue tacaña con nosotros, mezquina, ruin y rastrera. Escatimó sus dones, racionó la alegría y multiplicó las penas. Teníamos la sensación de que no obteníamos la recompensa que merecíamos por nuestros esfuerzos, al ver cómo otros con mucho menos mérito conseguían lo que nosotros buscábamos sin descanso. Lloramos y nos quejábamos constantemente, tal vez con motivo. Si dábamos diez recibíamos uno, si no luchábamos perdíamos lo que ya teníamos, y por supuesto nunca hubo un golpe de suerte que nos concediera algo que no persiguiéramos con empeño. Fuimos víctimas de la injusticia con que a veces nos trata la vida. Jugábamos y siempre perdíamos, buscábamos y nunca hallamos la salida, nadábamos para morir en la orilla. Eso nos desanimó bastante, nos hizo a menudo bajar los brazos, creer que nada de lo que hiciéramos serviría para lograr nuestros objetivos. Pero de repente la vida nos sorprende devolviéndonos con creces todo lo que nos había quitado, como si hubiera estado guardándolo para ofrecérnoslo cuando llegara el momento adecuado, evitando así que nuestra inamdurez y presunción nos impidera valorar lo conseguido, y entonces, cuando ya no confiabas en nada, descubres que tienes mil motivos para sentirte agradecido por tantas cosas buenas que te están pasando.

martes, noviembre 27, 2018

Acostumbro a llamar un par de veces, a lo sumo tres, a puertas cerradas. No insisto si noto que mi visita no es bienvenida. Me quedo un rato quizás merodeando por allí cerca por si acaso abren y si no obtengo respuesta, pasado un tiempo razonable, emprendo el camino de regreso a casa. No me gusta molestar ni ser inoportuno, aunque por dentro me coma el deseo de derribar la puerta, pero he aprendido a sentarme a esperar y a aceptar las decisiones ajenas, consciente de que es muy difícil coincidir, que casi nunca sucede lo que queremos y que las oportunidades no suelen abundar. Así que aquí sigo, esperando de nuevo como tantas otras veces, tratando de mantener a raya por igual a la impaciencia y al desánimo, de huir de la ilusión y el desconsuelo como compañeros de viaje indeseables que siempre acaban traicionándote, y mantener viva la fe pero no la necesidad. Vivo en esta permanente melancolía de la que nunca consigo mudarme, si quieres algo más de mí, ya sabes dónde estoy.

viernes, noviembre 23, 2018

Me descubro en ti. Analizo mis acciones y mis palabras cuando estoy contigo, y viendo mi comportamiento consigo comprender mis motivos como nunca antes lo hice. He aprendido cosas que no sabía de mí mismo, he superado barreras que creía infranqueables y me he convertido en una versión actualizada de la que me siento satisfecho, perdiendo el miedo a ser quien quiero y olvidándome de usar mis viejos disfraces con los que tan ridículo ahora me encuentro. Eres el espejo que agranda mis virtudes y empequeñece mis defectos, la cura eficaz de todos mis complejos, un motivo real para mejorar cada día, una excusa sencilla para estar contento. Por eso quiero darte las gracias, porque, tal vez sin pretenderlo, me has ayudado a saber quién soy.

jueves, noviembre 22, 2018

No tengas miedo a cruzar la frontera que te aísla. Comprendo tu desconfianza, porque durante mucho tiempo yo también la tuve, pero no puedes quedarte toda la vida encerrada en tu cuarto con la llave echada para que nadie venga a molestar tu perfecta rutina solitaria y evitar así que te contagie su esperanza y sus ganas. Bueno, tal vez sí puedes, pero no debes. Con los años uno se vuelve desconfiado y cree que ya no tiene edad para ciertas cosas, pero no es así. Es solo el miedo que hemos aprendido de anteriores fracasos. Pero no tiene por qué volver a ser igual. Prometo no meterme en lo que no me importa ni obligarte a escuchar lo que no te importe. Prometo esperar a que abras la puerta antes de entrar, compartir tus lágrimas, respetar tus silencios y comprender tus miedos, pero te aseguro que si te atreves a cruzar esa fina línea que aún nos separa, ambos saldremos ganando y solo nos arrepentiremos de aquello que no hagamos, porque no perdemos nada al tomar la mano que se nos ofrece sin pedir nada a cambio.

miércoles, noviembre 21, 2018

Hace días que no miro los espejos. No quiero hurgar mis heridas ni despertar el dolor que me produjeron. Ya no recuerdo cómo nacieron ni me importan sus motivos. He olvidado al culpable y perdonado al cuchillo y no busco razones extrañas para sentirme mal. No quiero saber quién fui ahora que ya no lo soy. Me avergüenzo de mis lágrimas y reniego de mis promesas que aún me atan. Atrás quedó lo que tal vez no merecí, las horas felices en los días tristes, la luz del relámpago y el ruido del trueno, lo bueno y lo peor, la adrenalina y el mar de altura, la euforia y el vértigo... De todo no queda más que el silencio, no hay motivos para la pena o el arrepentimiento, no me echo de menos ni me guardo rencor por los errores que cometí. Tal vez solo fue producto de mi imaginación, una ilusión fugaz que engañó a mis sentidos pero no a mis recuerdos. Por eso, no me preguntes por lo que pasó ayer. Hace tanto tiempo...

domingo, noviembre 18, 2018

No me preguntes qué va a ocurrir porque no lo sé. No desconfíes de mis intenciones pues ni yo mismo estoy seguro de ellas y no me preocupa. Solo pienso en estar aquí y ahora lo mejor posible y me dejo llevar por las emociones aun sabiendo que eso puede provocar consecuencias nefastas, pero no dejaré de hacer algo que quiero por miedo a que se estropee, no pienso esquivar las subidas por temor a las bajadas, no voy a perderme la fiesta para evitar la resaca. Lo que vaya a ocurrir no me preocupa, solo estoy pensando en disfrutar de este momento irrepetible que me hace olvidar el ayer y el mañana. Así que no me pidas que te explique lo que voy a hacer y déjate llevar por lo que te apetezca. No tengo un plan para los próximos diez minutos, cómo crees que voy a pensar en el futuro. Preocuparte por lo que va a pasar solo servirá para impedirte disfrutar de lo que está pasando.

sábado, noviembre 17, 2018

Contra todo pronóstico, a veces llega la calma. Cuando creías que nunca más sentirías aquella ilusión del pasado y jurabas que no volverías a confiar en nadie, te sorprendes cantando a pleno pulmón en el coche como si no hubiera ayer ni mañana y de repente te das cuenta de que el dolor ha pasado y el olvido ha borrado las heridas que tanto escocieron. Sonríes optimista y recuerdas sin rencor lo bueno y lo malo, sintiéndote seguro de ti mismo y con ganas de intentar nuevos retos y conocer a otras personas que aporten cosas buenas a tu vida. Puede que pensaras que nunca volverías a ilusionarte, que jamás serías capaz de recuperar la fe ni la esperanza, que nadie más merecería tu confianza ni tu afecto, que no ofrecerías tu mano a tan bajo precio, pero así, casi sin darte cuenta, has encontrado el refugio que andabas buscando y vuelves a apostar todo lo que tienes en la próxima jugada, porque ya no tienes miedo a perder la partida sino a no jugarla.

viernes, noviembre 16, 2018

No pasa nada por tener vértigo cuando todo va bien. El miedo a caer es inevitable, pues te ha ocurrido antes muchas veces y desconfías de que lo bueno pueda durar. Lo raro sería no sentirlo. Sobre todo cuando no acostumbras a frecuentar las alturas y te cuesta tanto mantener el equilibrio en tu vida. Allá arriba sentirás como nunca antes el frío y la soledad, aunque estés rodeado de rostros conocidos. Habituado a arrastrarte por los más bajos fondos, a tropezar con las mismas piedras reincidentes y a hundirte en la desolación ante el menor contratiempo, te sientes extraño habitando las cumbres y mirando el mundo inabarcable bajo tus pies, por lo que te tiembla todo el cuerpo, tus pasos se vuelven torpes y comienzas a pensar en la inminente caída que estás seguro de que ocurrirá. Conviene estar preparado por si llega ese momento, pero no obsesionarse con ello y ser capaz de disfrutar de las vistas mientras dure. Que el miedo a perder lo obtenido no te impida gozar de ello. Solo tienes que respirar hondo, olvidarte de los errores del ayer, mirar al horizonte confiado y pensar que todo va a salir bien.

miércoles, noviembre 14, 2018

No voy a morderme más la lengua ni las ganas. Voy a decirte lo que pienso y lo que quiero en todo momento. Porque ya estoy harto de esta estúpida cautela que me ha impedido alcanzar mis deseos. Es como un muro invisible que durante mucho tiempo me ha aislado de los demás recluyéndome en la soledad. Cuántas cosas dejé de hacer en el pasado por vergüenza o precaución, cuántas personas perdí por pudor o discreción, cuántas palabras silenciadas por miedo a sus posibles efectos, cuántas preguntas nunca formuladas por temor a las respuestas. He sido demasiado prudente, he preferido no arriesgar nunca para no causar una mala impresión, he ocultado mis cartas celosamente como un tesoro que escondido no sirve de nada en lugar de despilfarrarlo alegremente como debía, y mientras tanto he dejado escapar ocasiones que nunca volverán por mi manía de no revelar nunca lo que pensaba. Maldita prudencia que me robó la oportunidad de alcanzar lo que quería. Por eso ya no pienso pecar más de precavido, no me importa si por arriesgar pierdo antes lo que de todas formas acabaré perdiendo después. Seré todo lo desvergonzado, imprudente y descarado que pueda, actuaré sin moderación y sin recato para, cuando se presente, no dejar escapar la ocasión de encontrar lo que estoy buscando.

martes, noviembre 13, 2018

Creemos escoger, pero no elegimos quién participa en la obra y quién sale de ella. Víctimas de las circunstancias que nos imponen dóndes y cómos, vivimos preguntándonos porqués rodeados de gente que no nos importa añorando a la gente que nos importa, esquivando compañías indeseables y deseando presencias esquivas. Personas que surgen en nuestro camino por azar y otras que desaparecen de repente sin que tengamos mucho que ver con ello. No cultivo la esperanza ni la riego para que crezca. Ni la busco ni rechazo, tan solo dejo que nazca por sí sola allá donde quiera como hierba silvestre que me resisto a arrancar por su belleza a pesar del daño que pueda causarme. Conectar es casi imposible, algo más que un milagro. No me interesa casi nada/nadie de lo que encuentro a mi alrededor, todo me resulta aburrido, insoportablemente vulgar, indiferente, no hallo una conversación interesante, un afecto sincero, una coincidencia fortuita que llame mi atención, y mientras tanto me arrastro en esta insoportable levedad del parecer indagando pistas tramposas que no me permiten resolver el enigma en que me hallo. Por eso, cuando encuentras algo o a alguien es necesario aferrarse con todas tus fuerzas y no dejarlo escapar, aunque sepas que quizás (seguro) algún día, como todo lo demás, también desaparecerá.

lunes, noviembre 12, 2018

Vivir es elegir y elegir es renunciar, tomar decisiones que te comprometen, escoger un camino a seguir, una respuesta, un modo de estar en el mundo, romper los diques que aprisionan las aguas y dejar que fluyan hacia su destino sin obstáculos. No hacerlo supone en cambio dejar de actuar y que tu vida se estanque en una apatía insoportable de la que no podrás escapar, perpetuándote sin sentido en un pantano inmutable donde las aguas no circulan y el tiempo parece detenerse. No puedes quedarte esperando a que sucedan las cosas sin intervenir en ellas, permitiendo que el viento dirija tu rumbo y abandonando el timón. Tampoco es posible quedarte con todo, abrazar lo inabarcable y pretender no dejar nada atrás. Prefiero apretar que abarcar. Por eso, aunque me cueste mucho hacerlo, sé que tengo que tomar una decisión, cerrar una puerta para abrir otra, abandonar el sendero que me condujo hasta aquí para iniciar uno nuevo, reconociendo y recordando lo bueno que viví. Nada asegura que mi elección sea la correcta y es muy probable que en un futuro me arrepienta mil veces de ella sea cual sea, pero lo que es seguro es que el mayor error sería no elegir, estancarme en una repetición incensante de gestos inútiles que no me conducen a nada y dejar que el tiempo decida por mí. Por eso medito mucho cada una de mis decisiones y me cuestan tanto todas mis renuncias, pero sé que he de seguir renunciando a muchas cosas, lugares y personas aunque me duela.

domingo, noviembre 11, 2018

Una palabra no es nada. Apenas un suspiro, un instante fugaz, una décima de segundo, una llamarada... puede decir una cosa o la contraria según quien la diga o la escuche, puede negarse después, pretender que no era cierta, que fue mal entendida o tergiversada, fingir que no la hemos escuchado o que no nos afecta. Puede tener múltiples significados, decirse solo por cumplir o por compromiso, pronucniarla en voz baja como si no tuviera importancia, sin convicción ni firmeza, sin creer en ella ni recordarla. No cuesta nada hacerlo, no te compremete, no te ata, es rápido, sencillo y barato, no tiene ninguna importancia. Pero a veces tu vida depende de una sola palabra.

sábado, noviembre 10, 2018

Puedes echarme la culpa si así lo deseas. Si eso te hace sentir mejor, no lo dudes: yo soy el único responsable de nuestro fracaso. Mis urgencias innecesarias, mis deseos impertinentes y esta torpe manía de entregarme a cambio de nada. Tal vez no fueron las maneras más adecuadas. Debería haber sabido que nadie entendería mis costumbres y rechazarían mi forma de actuar en asuntos afectivos, por eso no te preocupes si aún tienes mala conciencia, no te atormentes buscando razones que no existen, no te culpes por algo que creas haber hecho mal, porque la única razón de mis males son mis propios errores, mis caprichos inoportunos, mis pecados sin arrepentimiento y esta absurda costumbre mía de querer a la persona equivocada.

viernes, noviembre 09, 2018

No me preocupa haber fallado el tiro ni me arrepiento de haberlo intentado. No me lamento por lo perdido sino que busco algo nuevo que me haga olvidarlo. El único error fue dirigir mis esfuerzos en la dirección incorrecta, pero no voy a confundirme culpando a la flecha en lugar de a la diana. No es un problema lanzarla sino hacerlo hacia un destino equivocado. Solo debo ajustar un poco más la puntería, entrenar mi destreza, mantener el pulso firme y atinar así en el objetivo adecuado. No es fácil, lo sé, la distancia, mi torpeza y mis problemas de visión me hacen confundir a menudo la meta y fallar demasiados intentos, pero eso no me va a contener de seguir disparando, pues aún tengo muchas flechas guardadas en la recámara y sé que por fuerza alguna de ellas acabará acertando de pleno en el blanco. Porque sé que solo fallando una y otra vez conseguiré alcanzar el éxito en mis propósitos.

martes, noviembre 06, 2018

Que se quede quien quiera. Deja la puerta siempre abierta y que cada uno entre y salga según le apetezca, sabiendo que cuando vuelva tal vez tú ya no estés. No puedes obligar a nadie a permanecer a tu lado, no tiene sentido echar la llave para evitar que huya, porque aunque no puedan escapar hace tiempo que ya no están contigo. No encierres sus aspiraciones como pájaros caprichosos que prefieren su libertad antes que tu cobijo. Ni jaulas ni peceras, ni llaves ni cerrojos, ni yugos ni cadenas. Que cada uno decida qué prefiere, si el calor y la seguridad de tu hogar o el frío y la incertidumbre del exterior y que elijan dónde quieran estar. No les pidas que te firmen un contrato de permanencia y permíteles que cambien de compañía cuando así lo consideren oportuno. Mientras tanto, dales siempre lo mejor de ti, no escatimes abrazos ni verdades, no te guardes nada para después porque puede que no haya después, así que entrégate sin compromiso, no exigas una fidelidad perpetua que tú mismo no puedes asegurar, y no te lamentes si eligen a otros antes que a ti, aunque no entiendas su decisión. Intenta conservar a quien esté, pero no más de lo que se merecen, no entregues tu dignidad y tu esperanza a cambio de nada. Convénceles con todas tus armas, ofrécele tu hospitalidad y plena confianza, ten siempre un plato caliente en la mesa para ellos y una cama por si quieren quedarse a dormir. Pero si aun así prefieren marcharse, ábreles tú mismo la puerta y deséales suerte, mientras te quedas con aquellos que un día decidieron compartir su vida contigo sin ponerte condiciones, y quien se quiera ir que se vaya.

lunes, noviembre 05, 2018

Bienvenida adversidad, porque tú me has convertido en quien soy, me has enseñado todo lo que sé y me has hecho más fuerte, más sabio y mejor. Has derribado todas mis excusas y me has mostrado el camino correcto. Doy las gracias por haberte conocido, pues no quiero imaginar qué sería hoy de mí sin ti, me habría convertido sin duda en un insensato, un estúpido o un necio. Tal vez haría más daño a quienes me quieren o defraudaría a los que me aprecian. Puede que el camino haya sido duro, pero ha merecido la pena. Antes me quejaba amargamente cuando tenía el más mínimo contratiempo y pedía explicaciones a quien correspondiera, pero hoy sonrío optimista ante cualquier problema inesperado o ante cada nuevo fracaso, y te abrazo adversidad con esperanza agradecida, porque sé que no eres mi enemiga sino mi aliada.

domingo, noviembre 04, 2018

Si quieres algo simplemente vas y lo coges. Así de sencillo. Si tienes un sueño, una aspiración o un deseo solo tienes que agarrarlo firmemente con tu mano para que no se te escape. Si está un poco más lejos te levantas del sillón, te pones los zapatos y vas a por ello. Y si está mucho más lejos recorres el camino que haga falta durante horas, días o años hasta llegar por fin a tu objetivo. Es cuestión tan solo de no dejar de dar pasos en la dirección adecuada, aunque tengas que cruzar desiertos o escalar montañas. No importa lo alto que pueda estar, nada está fuera de tu alcance. En ese caso te subes en un banco y te alzas todo lo que haga falta, y si aún no llegas pones uno mayor, buscas una escalera o construyes una hasta que estés a su altura, y si no te vale con esa haces otra más grande aunque tardes mucho tiempo en fabricarla y te cueste un gran esfuerzo que conlleve sacrificar tu descanso, tu sagrada comodidad o incluso arriesgar tu integridad. Pero no esperes que alguien venga de repente y te lo dé por que sí, que te lo traiga en bandeja de plata a ese cómodo sofá desde donde impasible miras la vida pasar, porque nadie lo va a hacer, nadie va a mover un dedo por ti, ni tampoco renuncies a conseguirlo solo porque sea un poco más difícil o tardes más de lo que en un primer momento pensabas o de lo que estás dispuesto a dar. Porque si es así será que tanto no lo desearías.

viernes, noviembre 02, 2018

Si quieres olvidar algo no piensas en ello deliberadamente, no te dedicas a darle vueltas durante horas a lo que hiciste mal, no buscas sin descanso la razón de tus desvelos, no frecuentas lugares que despierten la memoria del ayer, no repasas conversaciones pasadas, no te preguntas constantemente por los motivos, no te mortificas noche y día con el recuerdo enfermizo de lo ocurrido, no te acuestas pensando en algo de lo que no quieres ni oír hablar. Otra cosa es que lo consigas, que tu mente dañada logre evitar acudir a esos instantes que viviste y que no recaigas una y otra vez en el error de la nostalgia, pero no te dedicas a cultivar la memoria con empeño y a reflexionar en torno a las causas y efectos de tus errores, no te fustigas por los pecados cometidos, tratas por todos lo medios de ocupar tu mente en cualquier otra cosa insignificante que no duela y no escribes textos melancólicos recordando lo que pudo haber sido y no. Supongo que ya sabes a lo que me refiero. A qué si no iba a venir todo esto.

jueves, noviembre 01, 2018

Me conformo con muy poco. Unas palabras amables, una sonrisa sincera al saludarnos, una mano amiga cuando la necesitas, unos buenosdías por la mañana, una llamada de vez en cuando interesándose por cómo estoy, mostrar cierto interés por mis problemas, un abrazo en mis momentos malos, una palmadita en el hombro cuando cunda el desánimo, una oportunidad para demostrar mis virtudes, el beneficio de la duda, una mirada cómplice cuando me sienta perdido, algo de confianza para desnudar mi alma, un poco de afecto desinteresado, una frase de aliento cuando desfallezca, compartir en silencio la pena, llorar y reír juntos según se requiera, el calor de tu cuerpo cuando mi alma tiene frío, que comprendas mis defectos y perdones mis errores. Son modestas mis pretensiones y sencillos mis deseos. O tal vez estoy pidiendo demasiado.