martes, junio 29, 2021

De repente es verano y todo es exceso y color, el aire vibra y la luz resplandece. Miramos al futuro con optimismo, hacemos planes y celebramos la vida. Nos reencontramos, nos abrazamos, mostramos sonrisas confiadas como si aquí no hubiera pasado nada. Y me contagio de esas ganas que llenan el ambiente y hago volar la esperanza, redescubriendo el valor de aquellas pequeñas cosas que dejamos aparcadas, aguardando a que llegase este momento dichoso en que todo cobra sentido después de tanto tiempo de incertidumbre y miedo. Por momentos volvemos al ayer, a las tardes infinitas de la infancia, sin obligaciones ni prisas, a las ilusiones de la adolescencia y el tiempo se aligera y se dilata. La fiesta se prolonga a mi alrededor y los problemas parecen esfumarse. Todo es exceso y color, el aire vibra y la luz resplandece. Y sin embargo, incapacitado tal vez para la dicha, no consigo alejar de mi mente las pérdidas.


 

miércoles, junio 23, 2021

El otro día me comentaba un compañero del trabajo que el jefe le había echado una señora bronca por un pequeño fallo que había cometido sin darse cuenta. Se quejaba de que en veinte años en la empresa sin ninguna mancha en su expediente jamás había recibido una felicitación o un halago por parte del señor director o algún otro de sus superiores y, sin embargo, al menor fallo se habían encargado de hacérselo saber con malos modos y amenazas. Me hizo pensar en la injusticia que cometemos cada día, pues actuamos así siempre y en todos los ámbitos, no solo en el laboral, sino también con la familia, la pareja, los hijos, los amigos, etc. Ocurre también en las redes sociales. Tendemos a guardarnos los halagos y a subrayar los errores, mientras que, por el contrario, somos muy dados a destacar los aciertos propios y ocultar nuestros fallos. Todos cometemos errores, incluido por supuesto tu jefe, y sería mucho mejor si no pusiésemos siempre el énfasis en lo que está mal y obviásemos lo que hacemos bien como si eso fuese algo obligado. No podemos hacerlo todo perfecto sin equivocarnos jamás, nadie es capaz de eso, pero en general son muchos más los aciertos que los fallos y nadie nos felicita nunca por ello, en cambio somos contundentes en la crítica e hirientes en el reproche. Para mí una pequeña crítica se convierte en una obsesión que me hunde y desanima, mientras que un elogio me motiva y me anima a seguir adelante. Pienso que deberíamos acostumbrarnos a resaltar más los aspectos positivos en lugar de los negativos, a apoyar a quien se equivoca y ayudarle a corregir sus fallos, asumiendo las imperfecciones y valorando las virtudes de los demás, porque nadie está libre de pecado y unas palabras amables son siempre el mejor impulso para seguir mejorando.