jueves, agosto 29, 2019

A menudo me siento completamente perdido, incapaz de comprender nada a mi alrededor como si todo el mundo hablase otro idioma del que no consigo entender ni una sola palabra a pesar de mis esfuerzos. Es un estado continuo de incredulidad ante lo que veo, una sensación de incomodidad permanente, de sentirse extraño en todas partes como un extranjero confundido ante las costumbres de algún país exótico. Encerrado en una burbuja que me aísla, intento descifrar el código secreto que me otorgue la llave de todos los misterios que contemplo, sin saber qué hacer, qué decir, qué pensar, solo ante el universo en un planeta equivocado, aturdido por las luces y el ruido de la ciudad como un niño pequeño que ha perdido a su mamá entre la multitud, mientras finjo que todo va bien, que no hay ningún problema, que comparto sus ideas, pero me doy cuenta de que soy yo el culpable por no lograr adaptarme sumergiéndome en el ritmo incesante de la vida que me rodea. No sé quién soy, no sé qué quiero ni qué esperan de mí, este no es el lugar al que pertenezco, busco sin éxito algo a lo que poder llamar hogar. Pero lo que más me aterra es llegar un día a integrarme plenamente en este mundo absurdo y raro que contemplo con asombro.

domingo, agosto 25, 2019

De vez en cuando conviene abrir las ventanas, tirarlo todo y dejar que entre el aire fresco. Cuando el tiempo parece detenerse, el corazón se congela y nos asfixia el silencio, es necesario romper los cierres y derribar los muros que nos aprisionan para lanzar al vacío los restos de un pasado marchito y arrojar nuestra vida caduca por la borda para buscar un nuevo comienzo. Los objetos inservibles, los recuerdos inútiles, las personas indeseables... todo aquello a lo que alguna vez atribuimos algún valor pero ya no tiene ningún sentido y nos provoca solo efectos nocivos. Debería ser obligatorio hacerlo cada cierto tiempo, como un ritual de renovación periódico que elimine todos los males enquistados en nuestro cuerpo y mente y mirar confiados desde las alturas cómo caen todos esos restos del naufragio como una lluvia purificadora hasta desvanecerse lejos, muy lejos de nuestra nueva vida.

jueves, agosto 22, 2019

Yo, como tú, también temo a lo desconocido, pero temo mucho más a lo conocido. Porque sé lo que tuve que soportar y no quiero volver a pasar por lo mismo, porque he vuelto a tropezar demasiadas veces con la misma piedra cuyas nefastas consecuencias conozco a pesar de haberme propuesto evitarlo como fuera, porque el recuerdo puede ser tu peor castigo. El dolor no es menos dolor por repetido, incluso es mayor, pues anticipamos lo que vendrá mucho antes de que suceda y eso prolonga sin necesidad tu sufrimiento. Tengo miedo a caer en el mismo agujero del que tan difícil fue salir porque no me creo capaz de volver a lograr lo imposible. Por eso prefiero cualquier mal por conocer antes que aquel que ya he conocido, pues ante lo diferente siempre queda el refugio de la duda. Intento no repetir los errores del pasado, prefiero equivocarme de otro modo para que el precio a pagar sea distinto, incluso también eludo los aciertos que me hacen a menudo creer en espejismos falaces y cantos de sirenas. Procuro no recorrer los mismos senderos que llevan a la perdición, pero a veces pienso que, por más que intente evitarlo, todos los caminos conducen al mismo fatal destino, porque es mi temperamento el que de forma ineludible lo determina y nada puede librarme de él.

sábado, agosto 17, 2019

No soy un robot, aseguro sin dudar cada día mientras navego por Internet, pero a veces (o casi siempre) me comporto como tal. Es un sencillo gesto mecánico que repito sin pensarlo, pero es difícil vivir de verdad. Hago todo aquello para lo que estoy diseñado, compro todo lo que tengo que comprar, sigo las reglas incluso las no escritas, voy siempre a donde debo y me comporto del modo correcto sin ofrecer resistencia. Soy leal, sumiso y obediente y nunca me salgo de la norma, incapaz de incumplir las instrucciones ni rebelarme contra mis semejantes o superiores, cumplo fielmente mis obligaciones y asumo sin rechazo mi papel, mi puesto en la cadena de montaje, y si alguna vez me lo cuestiono todo, enseguida descarto pasar a la acción. Es fácil marcar la casilla adecuada y afirmar tu naturaleza humana sin un instante de duda, pero no se trata solo de no serlo sino tampoco parecerlo, no es lo que eres sino lo que haces, no lo que dices ser sino lo que demuestras. Mis reacciones esperadas, mis respuestas programadas ante cada situación concreta, todo es tan automático y previsible... A menudo, contagiado por el ritmo cansino de la sociedad, me dejo llevar por los placeres efímeros en busca de recompensas inmediatas pero poco satisfactorias y me inserto sin problemas en la rutina asfixiante que te impide soñar, inmerso en las mil ocupaciones cotidianas sin sentido que te atrapan, te roban el alma y ahogan el deseo. Me pregunto qué sería mejor, si lo fuera no habría lugar para el dolor, la nostalgia o el arrepentimiento, no tendría pensamientos inconvenientes y absurdos como estos, no me afectaría lo que dijesen los demás, no sufriría tanto por cualquier tontería. Por eso, aunque lo repita cien veces al día, no estoy tan seguro de no serlo, quizás lo soy y no me he dado cuenta, pero a veces no encuentro la diferencia, porque no es cuestión solo de estar vivo, sino de que se note.

martes, agosto 13, 2019

Hay momentos que marcan una frontera. Hechos, palabras, acciones que crean un ayer inexpugnable y abren un futuro incierto que tememos. Calles de una solo dirección, sin retorno ni marcha atrás que tomamos o nos hacen tomar por error, decisión propia o casualidad y desde entonces nunca más volveremos a ser quienes fuimos. Territorios pantanosos que cuesta mucho transitar y de los que saldremos siendo otros, ni siquiera mejores. No hay que lamentarse ni buscar culpables, son solo líneas invisibles que debemos atravesar si queremos continuar el camino y que suponen a veces dejar atrás lugares, ocupaciones y personas que amamos y siempre recordaremos. Pueden pasar inadvertidos o ser traumáticos, pero ambos son igual de definitivos. A veces triunfos, a veces derrotas, casi nunca empates, instantes decisivos en los que el tiempo se acelera y el rumbo vira bruscamente obligándonos a adaptarnos a situaciones nunca imaginadas para las que por supuesto no estamos preparados. Y sabes que desde ese momento ya nada será igual, solo distinto y que la nostalgia te perseguirá para siempre como un perro rabioso mordiendo tus entrañas.

viernes, agosto 09, 2019

Ahí donde tú estás no ha estado nadie antes. Por eso no te valen mapas, guías ni recetas, pues lo que sirvió para otros no servirá para ti. Cada ocasión es distinta, cada problema diferente, cada instante único, por eso nos cuesta tanto aprender del pasado. No te empeñes en pedir consejos ni confíes en la voz de la experiencia, porque nadie sabe lo que viviste hasta llegar aquí ni existen dos situaciones iguales. Tendrás que buscar tu propia salida, indagar sin descanso hasta hallar la respuesta correcta, equivocarte muchas veces hasta dar con la solución. No escuches a chamanes, gurús, iluminados ni sabios, ni mucho menos a mí que no sé nada, porque nadie mejor que tú conoce tus circunstancias y quién eres realmente. Preguntánte a ti mismo qué vas a hacer, cómo vas a salir de ese laberinto particular donde nadie estuvo nunca ni lo estará, elige tu propia aventura, invéntate tu vida, deja de culpar a los demás porque a nadie le importará lo que te pase, abandona las excusas y muéstrame tus alas, no tu culo.

lunes, agosto 05, 2019

Disfrutar del camino sin perder de vista la meta, presumir de los fracasos pero jamás de las victorias, mostrar con orgullo las heridas y esconder pudoroso las medallas, defender el esfuerzo aunque acabe en derrota, rehuir los elogios como fatales cantos de sirena que te llevan a la perdición, prescindir de adornos que ocultan la esencia, elegir lo auténtico aunque cueste un poco más obtenerlo, perder el miedo a perder pero nunca las ganas de ganar, confiar solo en ti mismo a pesar de haberte fallado muchas veces, asumir las críticas sin creértelas demasiado, desconfiar de quien nunca te cuestiona y de quien lo hace siempre, no atribuirte todo el mérito de los aciertos ni la culpa de los errores, aprender del pasado para que nadie escriba por ti el futuro, luchar solo contra ti mismo sin ceder en el empeño, evitar a quien no aporta, perdonar pero no olvidar, olvidar a quien te olvida, entregarte a quien te cuida, proteger al más débil y retar al poderoso, llegar siempre hasta el fondo perdiendo las formas, marcharte de donde sobras antes de que sea tarde, querer sin garantías, no quedarte con la duda ni tampoco con las ganas, no perder el tiempo en discusiones estériles ni ocupaciones vanas, no quedarte demasiado tiempo en el mismo sitio hasta que seas incapaz de avanzar, no pedir lo que no tienen ni dar lo que no quieren. Esas, entre otras, son algunas de las cosas en las que creo.

viernes, agosto 02, 2019

Sí, si te he de ser sincero a mí también me decepciona que los coches no vuelen, que no haya ciudades en la Luna y la ciencia no haya encontrado la cura para todas las enfermedades. Me fastidia tener que madrugar cada mañana para consumirme en tareas rutinarias que no me complacen. Me siento frustrado por no poder ir a todos los conciertos, leer todos los libros y visitar las ciudades que quisiera. Me rebela que la gente mienta y busque siempre su propia conveniencia aun a costa de pisar a los demás, que haya tanta falsedad e hipocresía y que la riqueza esté tan mal repartida. Me entristece ver la miseria, el hambre y la guerra y me repugna la injusticia, la corrupción y el engaño. Sí, hay muchas cosas que no son como creía o querría que fuesen. Pero no por eso dejo de apreciar lo que tengo, no maldigo mi suerte amargamente por no conseguir todo lo que me propongo, no cierro los ojos para no ver la realidad que me disgusta impidiéndome así gozar de aquella que quiero, no exijo que se cumplan todos mis sueños y reclamo la satisfacción inmediata de cada uno de mis deseos, no lamento lo malo con todas mis fuerzas hasta llegar a tirar por la borda lo bueno, no desprecio lo que cada día me das ni exijo la perfección en cada gesto. Entonces, ¿qué esperabas de mí? ¿Lo que no existe?