viernes, noviembre 29, 2019

Siempre busco un punto de apoyo, una excusa para transitar el desierto que ponga mi mundo en movimiento. Es mi gran defecto, mi incapacidad manifiesta para recorrer el camino en solitario sin sentirme perdido en mitad del vendaval que me arrebata el valor y las ganas. Mi torpe dependencia emocional de la que reniego. Sin él no encuentro motivos para enfrentarme a la adversidad, y la rutina envuelve los días con un agrio sabor a nada que me fatiga y asfixia. Un cómplice, un aliado, un compañero, alguien a quien confiar mis deseos y mis miedos aun a riesgo de caer al vacío cada vez que falla, el contrapeso perfecto a todas mis carencias y excesos que me da el equilibrio que necesito. No lo hago de forma consciente, pero siempre acaba sucediendo y me dejo llevar sin pensar en las heridas previas, aunque sé que no tardará en llegar el día en que la distancia marque nuestro destino, cuando, tarde o temprano, se desvanezca y me deje desprotegido en busca de cobijo tratando en vano de llenar de triviales ocupaciones la ausencia.

miércoles, noviembre 27, 2019

Conozco mis limitaciones. A estas alturas no hacerlo sería pecado. Soy consciente de mis virtudes y defectos, o más bien mis rarezas, que se alimentan mutuamente. Trato de ocultar los unos y mostrar los otros, no siempre con acierto, pero no presumo ni me avergüenzo de ellos. Es el juego de insinuar y no mostrar demasiado, para no resultar presuntuoso ni patético. Estoy hecho de cal y arena, de seda e hierro, luces y sombras que se complementan, las dos caras irrenunciables de la misma moneda. Procuro no dar más de lo que se me pide ni ser cicatero. Quien quiera saber más que llame a la puerta. Sé de lo que soy capaz y adonde no llego, y aunque no me conformo con que sea definitivo, acepto la realidad sin lamento. A pesar de que los admito, lucho por derribar las barreras que me coartan. Sé que no es fácil ni infalible sino un trabajo lento y con escasa recompensa, pero no me resigno a que nada cambie. Soy quien soy, no trato de ser como nadie, toma todo lo que tengo y no esperes de mí lo que no puedo, pues a estas alturas ya deberías conocer mis limitaciones.

sábado, noviembre 23, 2019

Fracaso cuando me detengo, porque desconfío de mis posibilidades de éxito, cuando aplazo lo que podría estar haciendo hoy creyendo que ya habrá tiempo mañana de hacerlo, al renunciar a lo que está al alcance de mis dedos a cambio de cualquier sueño imposible, o cuando dejo de disfrutar del trayecto por temor a lo que encontraré al llegar a la meta. Solo tienes que ponerte en movimiento, sumar más pasos adelante que hacia atrás, coleccionar esfuerzos y no trofeos. Es eso lo que intento cada día sin descanso, aunque para ello deba suplir mis escasas dotes con sangre, sudor y rabia, pues dejé las lágrimas para lo que las merezca. No poseo el don de la fortuna, pero no pongo excusas ni me lamento por aquello de lo que carezco sino que valoro lo que poseo. No conozco la derrota pues no concibo la rendición. Equivocarse no es ningún desastre que deba hacernos abandonar, solo un motivo poderoso para cambiar de estrategia. Funciono a base de ensayo y error, mucho más numerosos que los aciertos, por eso perdono los errores ajenos como también me gustaría que perdonasen los que yo cometo, porque nadie está a salvo de meter la pata hasta el fondo en un mal momento, nadie tuvo toda la razón ni toda la culpa. Todos tenemos nuestra versión particular de los hechos. Nadie cuenta nunca la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

jueves, noviembre 21, 2019

Siempre me muevo entre dos impulsos contrarios, tratando de no caer en ninguno. A veces me persuade más uno de ellos y me dejo caer en sus brazos con total confianza para poco después desengañarme y alejarme de él todo lo posible hasta acogerme arrepentido al contrario. Mantener el equilibrio es complicado, a veces pienso que ni siquiera deseable, pues quizás sea mejor aferrarte a una idea firme que guíe todos tus actos en lugar de ir dando bandazos de un extremo a otro golpeándome sin cesar contra el muro. En cambio, me he instalado en la duda permanente que me conduce a la inacción y el miedo. El miedo a dejar pasar las ocasiones, el miedo a no hacer lo que debería, osea lo que deseo, el miedo a que el tiempo se me escape por no tener valor para llevar mis instintos hasta sus últimas consecuencias por temor a que dañe a alguien. Utilizo al pasado como cómplice, testigo incómodo siempre dispuesto a señalar mis errores y tan amnésico de mis aciertos, pero no puedo/quiero seguir accediendo a su chantaje que me hace perderme tanto bueno que aguarda en silencio esperando a que me decida a perder el miedo.