sábado, septiembre 28, 2019

Yo me aferraba a tus palabras, buscando en ellas alguna señal que indicara una respuesta, un camino a seguir, una esperanza... y forzaba la realidad maquillando su cara más amarga para adaptarla a aquella fantasía ideal que mi mente febril había diseñado sin pedir permiso ni calcular riesgos. Siempre había algo, por pequeño que fuera, que abría una puerta y alimentaba mis ansias. Tal vez solo por piedad o por ignorancia, nunca me dejabas ahogarme por más que la vida apretara y eso me llevó a tomar demasiadas decisiones equivocadas. Pero la clave estaba en los silencios, en las palabras no dichas, en todo lo que faltaba y yo me negaba a ver. No era lo que decías, sino lo que callabas.

miércoles, septiembre 25, 2019

Decir adiós en voz baja, despedirse en silencio con apenas las miradas, tomar la próxima salida a cualquier otra parte sin poner los intermitentes, refugiarse en el ruido ensordecedor para no escuchar en tu cabeza palabras amargas, buscar un nuevo espejismo en las luces de neón de la ciudad, alejarte sin rencor ni reproches de aquello que perseguiste forzado por la necesidad, la misma que te hizo ver lo que no había, completando con la mirada todo lo que al cuadro le faltaba, como unos zapatos bonitos que te empeñas en calzarte aunque no sean de tu talla. Tan distintos, tan opuestos, desconocidos que el azar reunió y compartieron penas y glorias sin convertir nunca en propias las ajenas. Hoy sabes que ha llegado el momento de sembrar la distancia, que cada día crecerá un poco más haciendo el recuerdo impreciso y el dolor vulgar y pequeño, como si no perdieras más que al tirar sin nostalgia un viejo objeto cotidiano al contenedor del olvido, cuando al fin comprendes, aunque duela, que tampoco es la persona que creías que era.

lunes, septiembre 23, 2019

No puedes renunciar a lo que fuiste. Somos el fruto de todas nuestras decisiones, entre otras muchas cosas. Nos equivocamos buscando espejismos fatales y en ocasiones maldecimos lo que ayer creímos aciertos. Es imposible empezar de cero, pues el pasado condiciona todo lo que haces y lo que eres. No existe el perdón, la redención ni la reinserción completa. Arrastraremos para siempre los efectos de nuestros errores, que tendremos que pagar a plazos durante toda nuestra existencia. Todas las condenas son perpetuas, todas las penas eternas. Nada borrará las secuelas ni te recuperarás jamás de la caída. El dolor aguarda siempre a la vuelta de la esquina. Aunque el mundo pueda perdonarte, tú nunca podrás hacerlo. Nada te librará de tus cadenas. Tratarás de olvidarlo y vivir tu vida sin pensar en ello como si no hubiera ocurrido, pero en el momento más inoportuno surgirá de nuevo el recuerdo para cuestionar todos tus esfuerzos. No, nunca estaré rehabilitado de mis fracasos, nunca despertaré de mis pesadillas, nunca estaré del todo a salvo. Porque no puedo renunciar a lo que soy ni a lo que quiero.

viernes, septiembre 20, 2019

Hay hechos, pequeños y banales, que me devuelven toda la confianza en mí mismo, me animan a continuar y me hacen creer que aún todo es posible. Es absurdo sentirse eufórico y confiado por unas palabras amables, un verso hermoso o una victoria al solitario, pero es tan solo a base de esos detalles minúsculos como voy consiguiendo salir adelante. El problema es que sucede también a la inversa, gestos aislados, rechazos reincidentes y reproches desvelados que me amargan por completo la existencia y oscurecen de repente el camino haciendo que me extravíe entre las sombras. Qué difícil mantener el equilibrio, es prácticamente un milagro o una casualidad fugaz que pronto desaparece. Atrapado entre ambos impulsos, me tambaleo hasta perder el control y derrumbarme, paralizándome incapaz de avanzar en ninguna dirección para no dar un paso en falso que tal vez desate la catástrofe. Mi vida se estanca en la inacción, temeroso de errar el destino de mis esfuerzos, acostumbrado al error como rutina, y creo que nunca podré escapar de este lugar estático. Observo cómo todo se detiene a mi alrededor y el mundo deja de girar sobre su eje. Y sin embargo, se mueve.

miércoles, septiembre 18, 2019

Transitar con dignidad la rutina intentando darle un sentido, madrugar y trabajar duro por aquello que deseas, hacer ejercicio a diario y comer sano, dormir ocho horas si se puede, buscar el orden y el concierto incluso en mitad del caos, ponerle un poco de pasión hasta a lo más insignificante en apariencia, no claudicar ante la costumbre dejándose llevar por la marea, navegar el temporal con firmeza, sobrevivir al naufragio, no morir en el intento, practicar con frecuencia el autoengaño y prepararse para el desengaño, soñar con moderación, amar con desenfreno, reír cuando se pueda, llorar cuando haga falta, cuidar a quien nos acompaña en el trayecto, escuchar todos los consejos y hacer lo que te dé la gana, ignorar a quien nos rechaza, pedir perdón a quien sin querer hicimos daño, perdonar a nuestros deudores porque no saben lo que hacen, asumir el fracaso, reconocer las pérdidas, compartir el triunfo, aceptar la derrota, admitir el silencio, insistir, persistir, resistir, luchar con todas tus ganas... Vivir, al fin y al cabo.

domingo, septiembre 08, 2019

Intentarlo sin forzar que salga a la primera, concedernos una segunda oportunidad o las que haga falta, rectificar, aprender, perdonarnos... abandonar el miedo y la prisa, permitirnos la imperfección, concedernos el derecho fundamental al fracaso, sin imposiciones ni dramas, no exigirnos el triunfo a toda costa ni obligarnos a ser los mejores, que el éxito no sea casual ni la derrota una desgracia, como si en realidad no importara demasiado, aceptar, asumir, asentir... admitir el error, que no nos angustie el resultado como si el mundo acabara tras cada fallo, entender que no hay un único modo de hacerlo y el camino no es siempre recto, que el fracaso no nos destruya sino que nos ayude a hallar la respuesta que andamos buscando.

martes, septiembre 03, 2019

La sensación de empezar de cero cada vez, de que no vale nada de lo que has aprendido, que olvidaste la lección y todo vuelve a comenzar de nuevo. La confusión ante lo repetido y el miedo a lo diferente, pues nada regresa igual pero tampoco es tan distinto, incapaz de recordar cómo llegaste a este lugar extraño y conocido. Entrar poco a poco en el agua helada creyendo que no sabrás nadar, porque nunca es el mismo río. Sentir que no lo lograrás, que tus dotes son insuficientes, que todo fue casualidad, que la fortuna esta vez no estará de tu lado y que segundas partes no tienen sentido. Atrapado en el tiempo, tus logros desaparecen al amanecer y tienes que escalar la misma montaña sin descanso arrastrando la experiencia como un lastre del que no obtienes ningún provecho y solo sirve para recordarte los errores que cometerás inevitablemente, mientras piensas que no sabes qué esperar de los demás y mucho menos de ti mismo, que has olvidado quién eres y por qué estás aquí y que no sabes cómo hacerlo de nuevo.