lunes, abril 08, 2024

Practico con asiduidad el noble arte del arrepentimiento, lamento puntualmente las ocasiones perdidas, reniego de mis frecuentes desvaríos y pido perdón a los damnificados de mis acciones. No soy de esos que presumen de no arrepentirse de nada, tratando de mostrar una seguridad que en el fondo no poseen. Me resulta una actitud hipócrita y presuntuosa que, por otra parte, también disculpo. Asumir las consecuencias de tus actos no implica estar orgulloso de ellos. Yo en cambio suelo arrepentirme de casi todo. A veces pienso que todo lo hago mal y que, si alguna vez he acertado, fue de casualidad. Pero la realidad es que, si analizo de forma global mis infinitos errores, considero que el resultado no está nada mal y que no tengo motivos para la queja ni el desprecio, por lo que no debería avergonzarme de mi pasado. Tal vez soy demasiado duro conmigo mismo y no me perdono cosas que en los demás ni siquiera percibo. Puede que sea mi ingenuo afán de buscar la perfección en todo lo que emprendo lo que me condena a la frustración constante. Tal vez mi educación católica me lleva a considerarme culpable de todo lo que pasa a mi alrededor o incluso en el lugar más recóndito del planeta. Pero no tengo por qué arrepentirme de nada, pues si fallé al menos lo intenté con todas mis ganas, si hice daño fue sin intención. En todo caso, quién estaría dispuesto a tirar la primera piedra. Así que a partir de ahora voy a procurar mirar solo hacia delante y dejar de lamentarme por todo lo que no logré, porque no tiene más valor lo perdido que este exquisito rincón en el que me encuentro.


 

lunes, marzo 25, 2024

Miento cada vez que me preguntan cómo estás o qué te pasa, como todos hacemos. Nos refugiamos en frases hechas para ocultar lo que pensamos y después pagamos a desconocidos para decirles lo que nos pasa porque no nos atrevemos a contárselo a quienes tenemos cerca. Pero es un consuelo inútil que no alivia tu pena. Pero por qué no decir la verdad. Sería más fácil decir lo que nos preocupa, compartir nuestros miedos y esperanzas, revelar nuestros más secretos temores, pedir ayuda cuando haga falta. Por qué fingir que todo está bien, que nada te turba, que nada te espanta, que todo se pasa. Eso no hará que la herida sane ni te ayudará a lograr tus metas más fácilmente. Por qué ocultar lo que nos duele como si fuera un signo de debilidad, por qué mentir incluso a quienes más queremos diciendo que todo va bien, que nada te falta, aparentando tener todo bajo control, como si nos sintiéramos culpables de lo que nos pasa. Tal vez nos iría mejor si sencillamente nos atreviéramos a mirarnos a los ojos y decirle a quien esté dispuesto a escuchar: “No estoy bien. No sé lo que va a pasar. Tengo miedo. Te necesito”.


 

jueves, marzo 21, 2024

Pasa el tiempo y tu momento aún no llega, mientras te afanas en tareas vulgares que no te satisfacen, y sigues esperando en silencio, apretando los dientes cada día mientras secas el sudor de tu frente pensando que todo ese esfuerzo no será en balde, pero por ahora no es así, y sigues persiguiendo metas ajenas y aplazando sin fecha tus planes. Aguardas paciente la ocasión, mientras dedicas tu tiempo a lo que otros manden, y nunca lo que tú quieres, y nunca tus deseos, y nunca tú, y siempre lo urgente, y nunca lo importante. Se van volando los días, los meses, los años, y te dicen que todavía no, que aguantes, solo un poco más, quizás mañana, siempre mañana, siempre después, siempre adelante. Cada noche te acuestas soñando en que algo cambie, y pasas de puntillas por la vida, casi sin enterarte, y empiezas a pensar que no puedes, que no está a tu alcance, que ya no es posible, que ya es muy tarde.


 

domingo, marzo 10, 2024

Con frecuencia me invade la angustia al comprobar cómo las cosas no salen como había planeado. Cuando las expectativas se desbocan y me monto mi propia película con final feliz, la realidad se encarga de derribar mis fantasías y ponerme en mi lugar, dándome así una dura lección que encajo con resignación pero olvido pronto. Por desgracia, es algo que últimamente me ocurre demasiado. Y entonces me siento frustrado, me lamento por mi mala suerte y clamo al cielo la injusticia reiterada que padezco. No entiendo cómo un esfuerzo tan grande obtiene tan pobre respuesta. El error es pensar que a una buena acción ha de corresponder siempre una reacción semejante. Seguir creyendo a estas alturas en historias antiguas de dioses justos que premian a los buenos y castigan a los malos. El error es creer que tenemos lo que nos merecemos, que todo esfuerzo tiene recompensa, que quien siembra recoge y que cada uno recibe lo que da. Nada de eso sucede, no funciona así, por lo que no tiene sentido hablar de injusticia. No importa cuánto estés dispuesto a entregar, eso no garantiza devolución, incluso puede que tengas la sensación de que cuanto mejor tratas a alguien, peor te trata a ti. Y de nada sirve quejarse ni lloriquear por las esquinas o por las redes sociales, la única respuesta posible es aceptar las cosas tal y como vienen. Todo lo demás solo te causará más dolor y rabia y unas inmensas ganas de mandarlo todo a la mierda.



lunes, marzo 04, 2024

Sabes que pienso mucho en ti, que recuerdo con nostalgia tantos buenos momentos que compartimos, que añoro aquel tiempo y que fuiste muy importante en mi vida. Si no te llamo no es por falta de ganas, ya sabes lo ocupado que ando siempre: el trabajo, los niños, la casa... y tampoco encuentro el momento oportuno, pues no quisiera molestar, pero a partir de ahora pienso hacerlo más a menudo. Tengo muchas ganas de verte, te prometo que no pasa esta semana sin que te llame para quedar y tomarnos algo, que tenemos que ponernos al día, te tengo siempre presente en mis pensamientos, te echo de menos, te extraño, me acuerdo mucho de ti, que tenemos que vernos más, y por el monte las sardinas.


 

viernes, marzo 01, 2024

A menudo puedo parecer animado, participar alegremente en la conversación, hacer bromas de cualquier cosa y reírme a carcajadas; puede que me apunte a todos los planes que surjan, que me muestre interesado en los problemas ajenos, parecer ilusionado ante el comienzo de algo o que me divierto en mitad de la fiesta; puedo celebrar las pequeñas victorias cotidianas, aparentar una felicidad razonable, mantenerme activo todo el día, ofrecer mi ayuda a quien la precise, proponerme nuevos retos, disfrutar de los placeres más sencillos; puedo asegurar una y otra vez que todo está bien en mi vida, sonreír todo el tiempo, parecer despreocupado, alegre y confiado... o puede que en algunas ocasiones sea incapaz de seguir fingiendo. Pero en realidad, nadie sabe lo que ocurre dentro de mi cabeza, no conocen ninguna de esas cosas de las que no hablo con nadie e ignoran lo cerca que, con demasiada frecuencia, estoy de perder la batalla.