sábado, marzo 22, 2003

La música es la mejor terapia contra el olvido.
Estuve escuchando algunos discos antiguos,
aquellos con los que crecí, con los que me enamoré,
con los que lloré a solas en mi habitación,
y me trajeron a la memoria sensaciones contradictorias,
me transportaron a un tiempo que había olvidado,
un tiempo en el que los sentimientos eran siempre desmesurados,
tantos los buenos como los malos,
y escuchar aquellas viejas canciones removió todo mi interior violentamente, conduciéndome desde las mejores a las peores sensaciones.
El ejercicio de recordar me dejó exhausto
y me vi impotente por no ser capaz de tener hoy día esas mismas sensaciones olvidadas.
Me sentí como un ser disminuido, alguien que ha perdido su capacidad de soñar, de sentir y de conmoverse, incapaz de experimentar emociones verdaderas y de penetrar la superficie de las cosas,
y eso me puso triste,
pero sin excesos.
Decidí tirar todos los discos

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