viernes, mayo 30, 2003

Yo también quise renunciar al dolor, ignorar la tristeza, apagar el blues que suena en mi cabeza cada mañana. Pretendía creer que el futuro es posible, rezumar optimismo, reírme hasta de mi sombra. Pero he fracasado en mi intento por ocultar lo que no me interesaba, la realidad siempre acaba imponiéndose y allá adonde voy me aguarda dispuesta a acabar con mis ilusiones. Me llaman triste porque digo la verdad. Desde luego nadie va a decirme cómo me tengo que sentir.

No hay comentarios: