domingo, septiembre 12, 2010

quizás juzgues inoportunas mis palabras en esta noche infinita mientras afuera se consume tu tiempo reclamándote urgente, que no soy más que un extraño perturbando tu goce sin límite, y tendrás razón olvidando esta voz quebrada que se resiste a desaparecer, pero todas esas impúdicas victorias que hoy proclamas eufórico también fueron mías, también yo creí a impostores amenazantes que sin pudor lograron hipnotizarnos con su engaño prometiendo elevarnos hasta inmutables verdades nunca imaginadas con sus proféticas razones flotando sobre un lecho de visiones heroicas, desterré la duda de mis costumbres conviviendo a diario con lo imposible, he visto monstruos, quijotes, peleles y todos valían lo mismo, dioses creados por el desconsuelo sobre las cimas del deseo, me he dejado arrastrar sonámbulo hacia las habitaciones atestadas del tedio como un peregrino errante vagando entre perennes ausencias, esquivando rumores que desmienten la nada, he alcanzado la perfección del olvido para no esperar nada del recuerdo, me he bañado en las hirvientes aguas del delirio y me he encerrado en laberintos irreales a los que llamé hogar, huérfano de los prodigios de la noche me he inmolado en su nombre mientras miles de voces ahogadas se lanzaban hacia un abismo de lamentos traidores, he recorrido descalzo ardientes paisajes suicidas abarrotados de cadáveres putrefactos, he visto caer a los hijos de la abundancia y he proclamado el nombre de la victoria en desgastadas letras de neón; yo también he creído en espejismos destellantes plasmados en imágenes de plenitud entregado a furtivos placeres solitarios refugiado entre escombros y me he arrastrado por los callejones hediondos del exceso esperando una señal ; yo, lo confieso, he vendido mi dignidad por un trozo de esperanza frustrada renegando sin lamento de todo lo que fue nuestro, yo he visto, he callado y he enterrado secretos que harían derrumbarse imperios, me he asomado a los límites del tiempo y he admirado la profundidad del vacío; renuncié al privilegio de la libertad a cambio de un sentido ficticio escondiéndome entre la multitud cobarde de cuerpos mutilados que yace indolente, me he entregado sin dudar a profetas que auguraban un futuro despiadado, me he dejado abrumar por los huecos destellos de la trascendencia y he aceptado sus normas sin cuestionar los motivos imbricándolas en mi cuerpo para no sentirlas ajenas, siguiendo a la masa ingenua partidaria de la sumisión y el silencio, he renunciado a todas mis certezas a cambio de creencias impuestas, me han deslumbrado promesas de triunfos perennes, he arrojado a la basura los desechos del valor pudriéndome en horas perdidas de las que nada recuerdo y he entregado mis verdades a cambio de un poco de aliento; pero ahora que hemos logrado escapar de los peores augurios equivocándonos de todas las maneras posibles, ahora que el mundo ha estallado en pedazos ínfimos de escoria que nos salpican y he olvidado los nombres fugitivos del consuelo, no tolero la nostalgia ni el arrepentimiento y renuncio a seguir creyendo nunca más, a esperar nada del destino; instalado en esta permanente insatisfacción como una adicción que venero me sumerjo en la marea del ruido como único espacio habitable reconstruyéndome a base de fragmentos inconexos que intento reunir en algo que reconozca como propio y no sufro el olvido como condena, he quemado avergonzado todos mis dogmas y sospechas porque nada llegará si no rompemos las reglas que nos atan al miedo, ahora que todo lo que tuvimos se ha revelado ficticio y nada queda sino lanzar nuestras vidas al abismo

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