jueves, diciembre 14, 2017

Ella cree que no me doy cuenta cuando coloca el bote viejo de café delante del nuevo. Yo disimulo y cojo el de atrás y lo vuelvo a dejar en el mismo sitio procurando no ofrecer ninguna pista que pueda sembrar la duda. Tras otra discusión rutinaria recojo la casa en silencio y ella prepara un bizcocho mientras escribo estos versos, aceptando este juego ridículo cuyas reglas reinventamos cada día para que no termine. Supongo que esa debe ser nuestra forma, sencilla y discreta, de querernos.


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