viernes, mayo 11, 2018

No cuides tanto tu dolor. No te acojas a la placentera sensación que produce el desconsuelo. No merece la pena darle tanta importancia, porque no la tiene. Reconozco que es tentador sentirse víctima y culpar a los demás de tus desgracias. Por algún extraño mecanismo de defensa humano, el dolor tiene un elemento atractivo, sedante, como cuando te das un golpe y el cuerpo segrega endorfinas para atenuar el impacto, o la adrenalina que nos hace reaccionar con una fuerza inesperada ante una situación de emergencia. Y está bien que sea así, pero es peligroso instalarte cómodamente en ese estado, alojarse en la indiferencia o el autoconsuelo. Porque puede que llegue un momento en que te niegues a salir de ahí y prefieras seguir sintiéndote derrotado aunque tengas a tu alcance la oportunidad de lograr el triunfo.

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