miércoles, julio 25, 2018

A veces descubro que no sé qué hacer con lo logrado. No recuerdo el motivo por el que busqué lo que tengo y me siento vacío sin un objetivo nuevo por el que luchar. Fracasar en el intento de alcanzar lo que no tienes puede ser frustrante, pero es mucho peor cuando lo consigues y aun así no puedes calmar tu insatisfacción. Porque nada llena el hueco que hay en nuestro interior, nada es nunca suficiente para nosotros. Siempre lo conseguido nos resulta inútil, y cuando lo logramos enseguida sentimos una nueva necesidad que cada noche nos devora por dentro y nos impide conciliar el sueño. Cuando creías que al fin podrías descansar y que el futuro sería un bonito lugar donde vivir, te das cuenta de que no sabes qué hacer con aquello que tanto ansiabas, a lo que entregaste todo tu tiempo y esfuerzo, y tratas en vano de buscar una utilidad para el fuego que robamos a los dioses y ahora nos quema en las manos.

2 comentarios:

Sandra dijo...

Algo así como lo que dice Durkheim:
"Se tiene sed de cosas nuevas, de goces ignorados, de sensaciones sin nombre, pero que pierden todo su atractivo cuando son conocidas. Entonces, al menor revés que sobrevenga, faltan las fuerzas para soportado. Toda esta fiebre cae, y se percibe cuan estéril era el tumulto, y como todas esas sensaciones nuevas, indefinidamente acumuladas, no han logrado constituir un sólido capital de dicha, sobre el que se pueda vivir en los días de prueba. El prudente, que sabe gozar de los resultados adquiridos sin experimentar perpetuamente la necesidad de reemplazados por otros, encuentra en ello un asidero a la vida, cuando suena la hora de las contrariedades. Pero el hombre que siempre lo ha esperado todo del porvenir, que ha vivido con los ojos fijos en el futuro, no tiene nada en su pasado que le consuele contra las amarguras del presente, porque el pasado no contiene para él más que una serie de etapas atravesadas con impaciencia. Lo que le permitía cegarse sobre sí mismo, es que contaba siempre con encontrar más lejos la felicidad, que no habla aún encontrado hasta entonces. Pero se le ha detenido en su marcha; desde entonces, ya no hay nada detrás ni delante de él, sobre lo que pueda descansar su mirada. La fatiga, por otra parte, basta por sí sola para producir el desencantamiento, porque es difícil no sentir, a la larga, la inutilidad de una persecución sin término."

Bernardo Claros dijo...

Excelente. Gracias por tu comentario.