jueves, noviembre 22, 2018

No tengas miedo a cruzar la frontera que te aísla. Comprendo tu desconfianza, porque durante mucho tiempo yo también la tuve, pero no puedes quedarte toda la vida encerrada en tu cuarto con la llave echada para que nadie venga a molestar tu perfecta rutina solitaria y evitar así que te contagie su esperanza y sus ganas. Bueno, tal vez sí puedes, pero no debes. Con los años uno se vuelve desconfiado y cree que ya no tiene edad para ciertas cosas, pero no es así. Es solo el miedo que hemos aprendido de anteriores fracasos. Pero no tiene por qué volver a ser igual. Prometo no meterme en lo que no me importa ni obligarte a escuchar lo que no te importe. Prometo esperar a que abras la puerta antes de entrar, compartir tus lágrimas, respetar tus silencios y comprender tus miedos, pero te aseguro que si te atreves a cruzar esa fina línea que aún nos separa, ambos saldremos ganando y solo nos arrepentiremos de aquello que no hagamos, porque no perdemos nada al tomar la mano que se nos ofrece sin pedir nada a cambio.

1 comentario:

Mujer Virtual dijo...

Emotiva entrada de maravillosas promesas.
Un abrazo, Bernardo