sábado, mayo 25, 2019

Admito que, como en tantas otras ocasiones, equivoqué la estrategia para satisfacer mis anhelos. No creas que es fácil reconocer la derrota y asumir la culpa, todos tenemos nuestro orgullo. Que ser valiente no es sensato, que ir de frente no compensa, que la verdad no importa a casi nadie y que siempre vence quien mejor esconde sus armas, aunque para ti no exista ninguna batalla. No puedes exponerte desnudo enarbolando la bandera de la sinceridad, pues eso te vuelve vulnerable y genera desconfianza. No puedes confesar tus temores y carencias a cambio de nada. No puedes decir todo el rato lo que piensas sin pensar en los efectos que produce lo que dices. Mostrar tus intenciones abiertamente es peligroso y despierta recelos a quienes ocultan celosos sus miserias, que aprovecharán tus buenos propósitos y tu ciega confianza para dañarte. Sí, ya sé lo que estás pensando, pues yo también pensaba igual que tú, pero el rechazo me ha revestido de prevención, el desprecio me llenó de miedos hasta hacerme incapaz de dar o pedir lo que deseo. Yo también creí en el afecto y la lealtad y mira ahora en lo que me han convertido.

2 comentarios:

Susana dijo...

Bienvenida al club. Un beso

Matilde dijo...

LLevas, para nuestra desgracia, toda la razón.