domingo, diciembre 27, 2020

Amanezco con la misma sensación repetida de no haber avanzado nada después de todo lo sucedido, como si hubiera dado un giro de 360 grados, de esos con los que te quedas igual pero un poco más mareado. Es el día de la marmota de nuevo, el eterno retorno cada amanecer. Soy incapaz de deshacerme de los fantasmas del pasado. Para mí no tiene mucho sentido vivir apegado a las costumbres, ignorando incluso el riesgo que eso conlleva, aunque puedo llegar a entender que haya quien prefiera arriesgar la vida antes que abandonar lo único que le da sentido. Para quien no conoce nada diferente, la repetición es el único argumento de la obra. Necesitan asistir cada día a la misma representación para asegurarse de que todo está en su sitio y desconfían de cualquier mínimo cambio que se atreva a amenazar la frágil estabilidad de su pequeño mundo inmutable. Pero no habremos aprendido nada si al final nos quedamos como estábamos. No se trata tan solo de cambiar la actitud, sino modificar las conductas. No deberíamos perder la oportunidad de reinventarnos, adoptar nuevas rutinas que nos proporcionen una vida más plena, redescubrir cosas que teníamos olvidadas, desprendernos de todo aquello que nos disgustaba para quedarnos solo con lo que amamos y barrer la basura que queda en casa. Aprender a gestionar las horas del día de otro modo aunque los demás no lo comprendan e incluso lo critiquen, proponer un camino alternativo al obligado, una forma diferente de mirar y decir, liberarse de todo lo que nos ata y aferrarnos a lo que nos une. Creo firmemente en ello, pero todavía no sé cómo hacerlo.


No hay comentarios: