domingo, septiembre 22, 2002

De repente sonó el teléfono.
Me sorprendió tanto que me quedé unos segundos paralizado.
Cuando al fin reaccioné y pude cogerlo se cortó.
Afortunadamente volvió a sonar unos minutos después, cuando yo ya creía que había perdido la oportunidad de saber algo nuevo, bueno, mejor dicho, algo viejo.
Se habían equivocado. Peguntaron por un nombre que me resultaba desconocido, como todos lo son para mí ahora.
Después he pensado que igual no se habían equivocado. Que quizás yo debía conocer ese nombre y he hecho esfuerzos por recordarlo pero no lo he logrado.
Ahora no dejo de pensar que debía haber dicho algo más.
No volveré a decir que no conozco a alguien. Como mucho que no lo recuerdo. Pero ese no es motivo para decir que no lo has conocido. Antes, cuando yo aún era alguien. Cuando todo era posible.

No hay comentarios: