martes, octubre 29, 2002

A veces pienso que debería dejar de hablar de mi problema, incluso dejar de considerarlo como tal. En no regodearme en mi amnesia. No salir más al encuentro de mi pasado, y aunque, como decía el poeta:
“Alguien puede llegar, venir de pronto,
no sé quién, conociendo
más que yo de mi vida”
asumir ese riesgo con naturalidad, porque es algo que nos puede pasar a todos y no me considero con el derecho a seguir lamentándome por algo que, aunque triste, es común a todos.
A partir de ahora mis días deberían consistir en
“tratar de hacer habitable el olvido”
y empezar un camino nuevo, distinto de todos los que haya podido transitar, mirar cara a cara ese mar de niebla que surge ante mí indescifrable y retador y
“dejar atrás la inmensa
extensión del olvido”.
Pero mientras me decido qué hacer, aún sigo empeñado en lo desconocido.
Tenías razón, un mal día lo tiene cualquiera.
Uno bueno es más difícil.

No hay comentarios: