sábado, noviembre 30, 2002

Mi problema no es la memoria.
Ni el futuro, ni la gente, ni las cosas que me prohíben o me obligan a hacer.
Mi problema soy yo.
Mi mayor enemigo, quien impide que se cumplan todos mis deseos, quien malogra todos los proyectos.
Sé que me paso el día buscando culpables, porque me niego a reconocer que yo soy el mayor de ellos, si no el único, eso podríamos discutirlo.
Porque cuesta asumirlo, aceptar que no hacemos lo que deberíamos en beneficio propio sería reconocer que no sabemos o no queremos hacerlo, y es muy difícil admitir nuestra ignorancia o falta de voluntad.
Hay cosas (la mayoría) que hago a pesar de que sé que me perjudican. Pero no puedo evitarlo.
Es como la fábula de la rana y el escorpión.
Sé que esta manera de ser y de actuar me condena a la perdición.
Pero es mi naturaleza.
Y además no creo que quisiera cambiarla aunque pudiera.

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