martes, diciembre 03, 2002

Calladamente, con el solo ruido que hacen dos cuerpos al encontrarse, nos hallamos torpemente, inseguros en nuestro deseo,
pero mis manos aún recuerdan tus formas y el dulce aroma que tu piel sedienta desprende llenando todos mis sentidos.
Y nos dejamos caer en el vértigo de nuestras sensaciones
sin pensar si alguna vez fuimos,
sin que la memoria traicione nuestros gestos,
sin pasado ni futuro.
Sólo existe el momento, y tan frágil...
Consumir nuestras llamas hasta su total extinción
para amarnos sin huella,
como si nunca hubiésemos sucedido.

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