A veces se me olvida que no tengo quince años, que no tengo ya
edad para correr bajo la lluvia ni salir ahí afuera con el corazón
en la mano ofreciéndolo a cualquiera a cambio de una sonrisa. A
veces me desnudo ante algún extraño y luego me arrepiento de no
haberme callado, y comprendo que no volveré a tener quince años,
aunque duela aceptar que no habrá más veranos ni besos inexpertos
ni mariposas volando y la vida tan solo un cruel desengaño. A veces
recuerdo lo que es estar vivo y despierto enseguida con las manos
vacías, lamentando haber sido tan solo un idiota que olvidó qué es
la vida cuando tienes quince años.
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