viernes, marzo 23, 2018

Compruebo con frecuencia cómo libros que leí hace tiempo y de los que guardaba un grato recuerdo desmerecen la idea que me había formado de ellos. Experimento una gran decepción al constatar los graves defectos y carencias que entonces no supe ver y ahora se muestran evidentes ante mis desencantados ojos, con lo que mi consideración hacia ellos se derrumba por completo. Es así que mis lecturas de adolescencia y juventud no responden en absoluto a la imagen que tenía de ellos y no satisfacen lo más mínimo mis preferencias actuales. Tal vez me haya vuelto demasiado exigente y me fije en detalles a los que antes no daba importancia. Es por eso que me cuesta tanto encontrar nuevas lecturas que sean de mi agrado. A estas alturas supongo que ya sabes que no estoy hablando de libros.

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