sábado, marzo 24, 2018

Todo mejora cuando no esperas nada. Cansado de ver defraudadas una y otra vez mis expectativas, he renunciado a la esperanza. Apóstata de la fe en el ser humano, puedo afirmar con certeza que mis deseos nunca serán satisfechos. A partir de ahí solo pueden llegar buenas noticias y me sorprende cuando alguien ofrece algo sin pedir nada a cambio. Celebro un gesto de complicidad furtivo o unas palabras generosas de ánimo y si obtengo un nuevo rechazo no lamento más mi mala suerte, pues nunca confié en obtener el triunfo. No es que no aprecie los buenos momentos y los días de sol tras la tormenta, es que ya no exijo que se cumplan mis sueños y eso me da una enorme tranquilidad para disfrutar mejor de lo conseguido.

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