viernes, junio 29, 2018

Conviene tener un plan, una hoja de ruta, un mapa. No hace falta que sea a demasiado largo plazo, ni que esté perfectamente definido en cada uno de sus detalles, no te estoy pidiendo que cierres la puerta a lo imprevisto y que no te levantes cada mañana dispuesto a sorprenderte por cualquier cosa. No se trata de eso, ni siquiera de ponerte una meta definida, un objetivo claro, pero al menos saber de un modo aproximado hacia dónde vamos, cuál es nuestro propósito, fijar ciertas prioridades para no perder el tiempo en cosas inútiles aunque el mundo se encargue después de modificar la ruta. Es solo una guía de viaje hacia lo desconocido, una declaración de intenciones, una brújula, una receta con la que cocinar nuestra vida, aunque nos falten muchos ingredientes. Por eso, si aún no sabes qué vas a hacer mañana, convendría que empezaras a pensar en algo, que después pasa lo que pasa.

1 comentario:

Ikana dijo...

No se puede tener todo planificado. A veces, los mejores momentos salen de las improvisaciones.