sábado, junio 30, 2018

Durante mi infancia y adolescencia, incluso en mis años universitarios, pensaba que mis padres me querrían solo si sacaba buenas notas. En mi mente inmadura, su afecto no era gratuito, sino que estaba condicionado a los méritos que yo hiciera para ganármelo. Esa era su forma de reconocer mi trabajo y la recompensa al esfuerzo realizado. No debía contar con su apoyo incondicional, sino que temía que, si en algún momento mi rendimiento académico y mi comportamiento en general no era el esperado, dejaran de quererme. Eso me motivaba a esforzarme más y me hacía perseguir premios y reconocimientos, pero también me provocaba un profundo temor pensando en el día en que mis notas bajarna y ellos me rechazasen. Tal vez por eso aún sigo actuando así de un modo inconsciente, tratando de acumular méritos y conseguir triunfos, desde los más pequeños a los siempre anhelados mayores, para así conseguir que me quieran.

1 comentario:

Ikana dijo...

Y aun así creo que te querían con todos los defectos.