sábado, agosto 18, 2018

Muchas veces he salido a la calle a buscarte entre las gentes, el tráfico y las prisas que van y vienen, intentando desesperadamente descubrir tu rostro en cada persona, colocar tu sonrisa en cada rostro, en cada voz oír la tuya, calculando cuál sería la mejor hora y ruta en la que podría hallarte, pasando varias veces por tu calle, merodeando por la puerta de tu trabajo sin atreverme a penetrar, entrando y saliendo de bares y restaurantes a los que solías ir, inventando excusas que pudieran justificar mi presencia en lugares inoportunos a horas inusuales y pensando qué decir cuando te encontrara de forma aparentemente casual, preocupado por no saber reaccionar al verte, ensayando cómo poner sincera cara de sorpresa y aparentar una falsa tranquilidad aun sabiendo que de todos modos no resultaría convincente, deseando y temiendo ese encuentro. Me imaginaba qué pensarían esas gentes con las que me cruzaba dos o tres veces en poco tiempo, que me miraban extrañados de no verte conmigo, quienes me veían dar vueltas alrededor de tu casa esperando la súbita presencia de tu figura radiante como un creyente fervoroso aguarda el milagro en un lugar de apariciones. Ayer, mientras recorría las calles en tu busca, pude vislumbrar tu figura a unos pocos metros acercándose hacia mí. No sé por qué decidí cruzar de acera y fingir que no te había visto.

No hay comentarios: