martes, agosto 14, 2018

No es mi culpa que las cosas me duelan y que me sangren las heridas. No he decidido pasarlo mal ni llorar por las esquinas como una vulgar plañidera. No soy yo quien elige la penitencia ni quien impone la pena. Así que basta ya de reprocharme mi dolor, porque no se sufre por capricho, no se sangra si no hay herida, no soy un loco suicida ni pretendo llamar la atención. No trates de convencerme de que yo me lo he buscado, de que todo tiene sus consecuencias y toda acción su repercusión o lo que sea. Yo no escogí ser así, nadie me preguntó cómo me gustaría sentir y te juro que desearía no parecerme en nada a mí mismo. Me cambiaría por cualquiera, me sometería a las normas más estrictas si supiera que algo en mí iba a cambiar. Ya me culpé de todos mis fracasos, y asumí que yo era quien provocaba todo el rechazo que recibía, pagando facturas ajenas aunque no supiera cómo ni cuándo había contraído las deudas. No voy a engañarme más con discursos morales que solo buscan anestesiar la conciencia. No somos víctimas y verdugos al mismo tiempo, no es el karma ni el efecto mariposa ni ningún otro. Ya me sentí así durante mucho tiempo hasta que me di cuenta de que no tenían razón, porque querer no me convierte en culpable.

No hay comentarios: