jueves, septiembre 06, 2018

Algún día este dolor desaparecerá y todo esto cobrará algún sentido. Trato de creer que lo mejor está por llegar, como siempre dicen, pero desde este lugar sombrío donde me encuentro es un ejercicio de fe muy arriesgado, cuando he idealizado el pasado como un paraíso perdido que busco sin descanso cada día. También esto pasará. La nostalgia se convertirá en un bonito recuerdo, el llanto en sonrisa, las llamas en brasas, la pena en indiferencia y entonces ya nada importará y no seré más quien ahora soy, este loco insensato que muestra las cartas antes siquiera de empezar la partida y que mendiga por las esquinas un poco de calor. Me convertiré en alguien mucho más responsable y sereno, por supuesto menos intenso, lo cual siempre se agradece, una versión mejorada de mí mismo sin las carencias ni los excesos que tanto me dañan, alguien capaz de mirar las cosas con la distancia y la frialdad necesaria y mantener la calma durante la tormenta para no ahogarme. Aunque no sé si es eso lo que quiero.

2 comentarios:

Mujer Virtual dijo...

La intensidad tiene sus desventajas pero no sé yo si quisiera perderla en algún momento de mi vida.
Un abrazo, Bernardo

Bernardo dijo...

Gracias. Demasiada intensidad nunca es buena.