viernes, septiembre 07, 2018

No, gracias, pero ya no te necesito. He aprendido a rechazar lo superfluo y me he erigido triunfante sobre las sombras del delirio. Hubo un tiempo, cruel y violento, en el que me habría aferrado a cualquier clavo a mi alcance. Habría entregado todo lo que poseo y lo que no por un poco de calor aunque fuese insincero. Incluso, lo confieso, habría perdido mi dignidad por buscar algún consuelo fugaz. Pero todo eso ya pasó, se esfumó un día para siempre sin retorno. Ya no soy ese pobre infeliz que se arrastraba por las esquinas mendigando abrazos a cualquier desconocido. Ahora el viento sopla a favor y me eleva hacia cumbres despejadas. Me regocijo en la plena consecución de mis metas, cuando apareces de nuevo a ofrecerme tu mano como una manzana podrida de algún jardín envenenado al que perteneces. No preciso de tus falsos halagos, no busco abrigo en tus brazos traidores ni me tienta el encanto de tu cuerpo impostor. Ahora es demasiado tarde para ser nada. He dejado atrás el dolor y la ira, he borrado de mi memoria los recuerdos nocivos que me envenenaban. Todo eso son cosas del pasado, una etapa de mi vida en la que por cierto tú no apareces. No hubo rastro de ti en los días grises en que vivir fue amargo. Te llamé mil veces y nunca respondiste. Dónde estabas entonces...

1 comentario:

Mujer Virtual dijo...

Bien dicen que después de la tormenta ...

Dejar atrás el dolor y los sentimientos que ellos nos trae es beneficioso, más que nada para nosotros mismos
Un abrazo