domingo, septiembre 16, 2018

Durante un tiempo me creí toda esa retórica del dolor y la pena que vienen a decir algo así como que todo lo que sufriéramos nos sería recompensado en esta vida o en la otra. Algún día este dolor te será útil, No hay mal que por bien no venga, Lo que no te mata te hace más fuerte, El dolor nos hace crecer, Para presumir hay que sufrir.... Pero ya no más. Me educaron en esa doctrina católica del sufrimiento como forma de ganarse el paraíso, en el mundo como un valle de lágrimas y en la recompensa futura para los afligidos. Había incluso que sufrir para hacer méritos para alcanzar la vida eterna. Ser feliz estaba mal visto. La alegría era sospechosa. La esperanza culpable. Ahora lo llaman karma o crecimiento personal, pero al fin y al cabo es el mismo collar para otro perro. Bueno pues ya está. Todo eso se acabó para mí. A partir de ahora voy a pasármelo lo mejor que pueda, voy a ser egoísta si hace falta, evitaré el dolor y a las malas personas, a todas esas que no trajeron nada bueno a mi vida, y si todo eso me lleva a la condenación, bendita condena.

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