domingo, septiembre 09, 2018

He abandonado todas mis pretensiones. No haré más planes de futuro, no permitiré a mi imaginación inventar proyectos o proponerse objetivos demasiado lejanos, y desterraré para siempre todo deseo de lograr algo mejor, porque sé que sencillamente no existe. Conviene hacer nuestros sueños pequeños para evitar un dolor excesivo ante lo inalcanzable. No construir más castillos en el aire. Que nuestros deseos sean cercanos y asequibles, desdeñando lo imposible, que nos sintamos estúpidamente felices al lograr esas banalidades, las pequeñas victorias cotidianas, y no seamos desdichados por no alcanzar lo prohibido, dejando que todo sea sólo lo que puede ser, esclavos de una triste realidad inquebrantable de la que no podemos escapar.

No hay comentarios: