viernes, septiembre 28, 2018

No me gusta la gente que lleva siempre el paraguas consigo por si acaso empieza a llover y se ponen las botas de agua en cuanto ven aparecer una nube. Los que echan una rebequita por si luego refresca. No me gusta la crema solar ni los guantes de goma. No me gustan los que no se salen nunca del sendero marcado y evitan pisar el césped. Los que meten la puntita del pie en el agua para ver si está fría, los que usan almohadillas para sentarse, los que se esperan a que el semáforo esté verde para cruzar aunque no venga ningún coche, los que no dicen lo que piensan por si les pasa factura. Yo soy más de calarme hasta los huesos, de meterme en todos los charcos, de llenarme de barro hasta el cuello, de saltar sin red y tirarme a la piscina sin mirar siquiera si hay agua. De decir lo que pienso aunque no te guste, de meter la pata hasta el fondo por falta de precaución, de partirme la cara por darla siempre y no esconderme. Porque la vida está para mojarse, para mancharse y lastimarse las rodillas, para sangrar y llorar, para reír y soñar. No para tener miedo al qué dirán ni morderte la lengua para no ofender a nadie. Porque hay gente que merece ser ofendida y otros que se ofenden por todo lo que digas. Así que más te valdría que hicieras y dijeras lo que te dé la gana preocupándote menos por si le gusta a los demás y pensando más en lo que te quieres tú.

No hay comentarios: