miércoles, octubre 10, 2018

Lo más fácil sería no hacerlo, no escribir nada ni decir nunca lo que pienso, renunciar al placer de hacer lo único que me gusta y guardar respetuoso silencio, ocultarme de forma cobarde para evitar una respuesta incómoda y quedar con el culo al aire como tantas veces pasa. Lo más sensato, lo que todos hacen, es morderme la lengua hasta que sangre, callar ante la injusticia y hablar solo para estar de acuerdo, aunque en el fondo disientan. Sé que arriesgo demasiado al pensar en voz alta, que existe el peligro de que algunos se crean todo lo que digo y otros tal vez nada. Exponerme a la crítica implacable de quienes nunca hicieron nada y provocar malentendidos porque no comprendan de qué va todo esto. Por eso me planteo muchas veces abandonar, conformarme con mi vida burguesa de ocho a tres, mi rutina redentora que a tantos consuela, mirar la cuenta a fin de mes y creer que todo va bien, entregar mi vida a la causa y mi cuerpo a la ciencia. No forzar puertas cuya llave no poseo ni buscar tesoros cuyo mapa nunca tuve. Pero si a estas alturas no has comprendido que no puedo hacerlo de otro modo es que no me conoces ni un poco. Lo diré una y mil veces y aún habrá quien no lo entienda. Yo no soy quien digo ser ni tampoco quien tú crees, no voy por la calle contándole mi vida a los desconocidos, no vendo mi alma a demonios de pacotilla ni predico verdades irrefutables a la puerta del templo o en la barra de un bar, lo que ves no es lo que es, a veces digo lo que no hago y al revés, porque nada de esto es verdad ni mentira, solo depende de cómo tú me miras.

1 comentario:

Mujer Virtual dijo...

Ser tú y descubrirte solo ante quien creas lo merezca y que el.mundo ruede.
Un beso