Hoy
aquí, mientras serenos compartíamos el silencio y erigíamos
confiados destinos triunfales, he imaginado cómo recordaríamos
estos momentos dichosos cuando seamos otros en lugares lejanos y no
crucen nuestras vidas por los mismos transitados senderos, cuando la
juventud sea solo una página gastada del pasado, nuestros sueños de
esplendor hayan despertado a lo real y el olvido destuya la mitad de
lo que fuimos; y así, al pálido sol caduco de diciembre, en esta
fugaz eternidad detenida que a veces el tiempo concede, con la
certeza de que no abundan instantes de paz semejantes y que nunca
nada volverá a lo que fuera, una lágrima escondida ha dibujado mi
rostro y he amado esta tarde de un modo más intenso.
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