martes, mayo 28, 2019

Puedes que mis modestas dotes no sean suficientes para lo que la ocasión requiere o que mis ganas no cubran el mínimo imprescindible en estos asuntos. Tal vez mis armas no sean eficaces en una batalla a la que no pertenezco o que mi experiencia no sea valorada en la medida justa. Quizás mi capacidad no garantice el éxito que persigo ni mi esfuerzo merezca alcanzar la meta. Es posible que nadie necesite mi mano y mi opinión no haya sido solicitada. Es por eso que no culpo a quienes me desprecian, relegan u olvidan, a quien ignora mis dudosos méritos y prefiere otras virtudes más deslumbrantes. No debo recriminar a quienes no son capaces de ver mi luz sino a mí mismo por no saber alumbrar el sendero, tan celoso de mis miedos y secretos que me hacen ocultarme tras un parapeto para evitar las heridas. La prudencia me condena, la precaución me recluye, la corrección me encadena. No se trata de querer imponer tus criterios sobre los ajenos ni creerse mejor que nadie, sino casi siempre es tan solo cuestión de oportunidad y acierto. Siendo así, solo debo retirarme para no entropecer el camino de los demás y seguir remando por mi cuenta hasta hallar el lugar correcto, aquel donde mis escasas y raras cualidades sean al fin apreciadas. Sé que no debería molestarme por un rechazo más o menos, que de hecho ya tendría que estar acostumbrado a ello y no dejar que me afectase tanto el fracaso, pero aun así, cada nuevo desprecio me hace sentir inútil y pequeño.

2 comentarios:

Susana dijo...

Siento como si yo lo hubiera escrito. Un beso

Aderet Ela dijo...

Bernando...con el tiempo he aprendido a no esperar,
e ir creando mi propio mundo.
Y cuando me lastiman, no me lo hacen a mi,
sino a ellos mismos.
Ser feliz no depende de nadie, sino de lo que elegimos.
Escribes intenso, reflexionar en tus palabras, calman por instantes mis demonios.
Gracias :0)