sábado, junio 08, 2019

Me pregunto en qué momento cruzamos la línea roja que nos distanció para siempre, ese punto de no retorno que instaló entre nosotros un infranqueable telón de acero sin darnos cuenta. No fue, sin duda, ninguna palabra definitiva, una disputa irresoluble o una traición imperdonable, sino más bien un ir alejándose discretamente rodeado de silencios que terminaron por cavar un profundo foso para dividir nuestro mundo en dos. Tal vez un gesto desapercibido, una palabra inocente dejada caer al aire sin intención, una mirada fría, un descuido aparentemente casual, un olvido inoportuno... Hoy recorro este mi mundo gris donde nada ni nadie calma mi infinita sed, pero he aprendido a acallar mis instintos y mantengo encerrado bajo llave al deseo, condenado a vagar durante el resto de mi vida sin un propósito, rodeado de personas que no alivian tu ausencia, presencias fugaces que no dan compañía ni cubren mis carencias, incapaces de poblar mi vida impar. Porque sin ti no hay nosotros.

No hay comentarios: