martes, agosto 13, 2019

Hay momentos que marcan una frontera. Hechos, palabras, acciones que crean un ayer inexpugnable y abren un futuro incierto que tememos. Calles de una solo dirección, sin retorno ni marcha atrás que tomamos o nos hacen tomar por error, decisión propia o casualidad y desde entonces nunca más volveremos a ser quienes fuimos. Territorios pantanosos que cuesta mucho transitar y de los que saldremos siendo otros, ni siquiera mejores. No hay que lamentarse ni buscar culpables, son solo líneas invisibles que debemos atravesar si queremos continuar el camino y que suponen a veces dejar atrás lugares, ocupaciones y personas que amamos y siempre recordaremos. Pueden pasar inadvertidos o ser traumáticos, pero ambos son igual de definitivos. A veces triunfos, a veces derrotas, casi nunca empates, instantes decisivos en los que el tiempo se acelera y el rumbo vira bruscamente obligándonos a adaptarnos a situaciones nunca imaginadas para las que por supuesto no estamos preparados. Y sabes que desde ese momento ya nada será igual, solo distinto y que la nostalgia te perseguirá para siempre como un perro rabioso mordiendo tus entrañas.

1 comentario:

brenllae9@gmail.com dijo...

Es lo bueno y lo malo de la libertad y la autonomía personal. Saludos.