jueves, agosto 22, 2019

Yo, como tú, también temo a lo desconocido, pero temo mucho más a lo conocido. Porque sé lo que tuve que soportar y no quiero volver a pasar por lo mismo, porque he vuelto a tropezar demasiadas veces con la misma piedra cuyas nefastas consecuencias conozco a pesar de haberme propuesto evitarlo como fuera, porque el recuerdo puede ser tu peor castigo. El dolor no es menos dolor por repetido, incluso es mayor, pues anticipamos lo que vendrá mucho antes de que suceda y eso prolonga sin necesidad tu sufrimiento. Tengo miedo a caer en el mismo agujero del que tan difícil fue salir porque no me creo capaz de volver a lograr lo imposible. Por eso prefiero cualquier mal por conocer antes que aquel que ya he conocido, pues ante lo diferente siempre queda el refugio de la duda. Intento no repetir los errores del pasado, prefiero equivocarme de otro modo para que el precio a pagar sea distinto, incluso también eludo los aciertos que me hacen a menudo creer en espejismos falaces y cantos de sirenas. Procuro no recorrer los mismos senderos que llevan a la perdición, pero a veces pienso que, por más que intente evitarlo, todos los caminos conducen al mismo fatal destino, porque es mi temperamento el que de forma ineludible lo determina y nada puede librarme de él.

3 comentarios:

Rosa Mª Villalta dijo...

Es obvio no desear caer en los errores cometidos y procurar no caer; otra cosa es conseguirlo.
Saludos.

Susana dijo...

Entiendo lo que quieres decir. Un beso

Devoradora de libros dijo...

¿Y por qué será que al final siempre tropezamos con la misma piedra?

Besos.