Detrás de esas máscaras protectoras
se esconde el miedo.
Un temor hondo a lo inesperado,
a no poder recuperar los abrazos
perdidos,
a no reconocer sus vidas
cuando vuelvan a encontrarse,
a que mañana no sea como ayer.
Miedo a que las reglas del juego hayan
cambiado
y no saber cómo continuar la partida.
Miro esos ojos esquivos
que tratan en vano de ocultar lo que
sienten
y puedo adivinar en ellos una mirada de
auxilio,
una plegaria.
No hay sonrisas debajo de las máscaras,
sino miedo, sí, pero también
fe, y sobre todo mucha, mucha
esperanza.
2 comentarios:
Muy buena reflexión. Un beso
Me gusta tu reflexión.
Gracias Bernardo.
Saludos.
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