domingo, marzo 22, 2020

Madrid es una ciudad de más de un millar de cadáveres. A veces en la noche me revuelvo y oigo gemir al huracán. Versos que resuenan hoy en mi cabeza. Mientras lo teníamos lejos no le dábamos importancia y nos reíamos de Casandra y sus luctuosos vaticinios. Tuve un profesor que citaba una frase cuyo autor desconozco, “Mil muertos en Pekín es una estadística, mil muertos en París es una tragedia”. Solo despertaremos cuando tengamos el problema en casa. Somos incapaces de entender el dolor de los demás. En algún momento vamos a dejar de hacer bromas. Tal vez solo cuando nos afecte personalmente. Ya no veo los vídeos ni audios que me llegan por wasap. No me hacen ni puta gracia. No hemos entendido lo que está ocurriendo. Lo miramos como si fuera algo ajeno, como si estuviéramos jugando al Apocalipsis en la realidad virtual de nuestro televisor. Pero no son los muertos de otros, son nuestros muertos. Vidas truncadas mientras hacemos el tonto y nos dedicamos a criticar a los políticos, calculando cada uno cuánto dinero le va a costar de su bolsillo y quejándonos por no poder salir a tomar unas cañas. He estado leyendo acerca de historias individuales de los fallecidos para intentar comprender algo más. Le he puesto nombre y cara a la muerte y solo entonces he tomado conciencia de la magnitud de la tragedia. De las lágrimas solitarias, de los besos aplazados, de los duelos a distancia, del sufrimiento físico y mental de los enfermos, de las despedidas prohibidas... Personas que saben que van a morir a las que se les impide despedirse de sus seres queridos. Familiares que no pueden recibir el consuelo de un abrazo. Dios mío, qué solos se quedan los muertos, y también los vivos.

3 comentarios:

Rita dijo...

¡Cómo entiendo lo que dices, Bernardo! A mí tampoco me gusta hacer bromas sobre ellos. es una situación muy dramática, y la muerte no son solo cifras. La muerte tiene nombres y apellidos, y eso me deja terriblemente acongojada.De esta pandemia tardaremos mucho en recuperarnos, las secuelas psicológicas que va a dejar van a ser muy grandes y nadie se acuerda de ellas.
Espero que pase cuanto antes, que encuentren un remedio y salgamos de este agujero negro.
Un abrazo

Susana dijo...

Son mucho màs que números. Un beso

Devoradora de libros dijo...

Es muy triste, y muy real.

Besos.