domingo, abril 12, 2020

Si de algo estoy lejos es de lograr el ansiado equilibrio tras el cual voy dando bandazos de un extremo a otro sin frenos ni dirección. No consigo un poco de estabilidad emocional que serene mi ánimo desbocado y me guíe por el buen camino. Lo que hoy pienso mañana puede quedar superado y creer todo lo contrario. Mis ideas varían a una velocidad inusitada, por lo que soy incapaz de defender lo que pienso ante nadie, ni tan solo ante mí mismo. Es el fruto de mi manía permanente de dar mil vueltas a todo, lo que me hace encontrar siempre nuevas interpretaciones a lo que pasa, a lo que hacen, a lo que dicen, tratando de hallar una explicación válida a actitudes y comportamientos extraños que no llego a entender por más vueltas que le dé. Analizo las palabras dichas y los silencios elocuentes y no encuentro concordancia entre el sujeto y lo predicado. Sé que es difícil pedirle coherencia al mundo, que el universo está regido por la entropía y que las personas son volubles, cual pluma al viento. No puedo reprochárselo a nadie, pues yo también soy inestable y caprichoso, puedo pasar de entregarlo todo a cambio de nada a no dar ni la hora, según me demuestren. Paso del amor al odio en cinco minutos, de la euforia a la decepción, del cielo al infierno directamente sin pasar por la casilla de salida, de la dependencia a la indiferencia, pero aun así, sigo empeñado en buscar ese centro de gravedad permanente que no varíe lo que pienso de las cosas, de la gente.

 

4 comentarios:

Susana dijo...

Todos somos un poco inestables. Un beso

Rita dijo...

Eso que comentas hoy nos pasa a muchos
Abrazos

Rosa Mª Villalta dijo...

Pues la volatilidad es muy característico de mí, y no precisamente por este confinamiento.

Gracias Bernardo.

Saludos

Devoradora de libros dijo...

Explicas a la perfección lo que me pasa, a ratos.
Gracias.

Besos.