domingo, diciembre 03, 2023

De repente, todo parece ir demasiado deprisa. No sé en qué momento empezó. Siento que he perdido el control de lo que pasa en mi vida, que en realidad nunca lo tuve, pero al menos mantenía la ilusión de poder hacerlo. El caso es que tengo la sensación de que el tiempo se me escapa en blanco. Miro al calendario con desconfianza e incredulidad, pensando quién me ha robado tantos meses que han pasado por mí sin pena, gloria ni rechazo. No puede ser, me digo, si ayer mismo era verano, enero o 2010, pero de nuevo soy yo quien está equivocado y me doy cuenta de que de casi todas las cosas que importan hace más de veinte años, de lo bueno, lo malo y lo regular, y desde aquí no consigo distinguir unas de otras. Y sin embargo, no he aprendido nada, no he logrado alcanzar la serenidad que suponía poseería a estas alturas, no he añadido experiencia a los años, tal vez, tan solo, hay cosas (la mayoría) que me importan mucho menos y, a fuerza de costumbre, encajo un poco mejor las decepciones. Pero pasan los días a toda velocidad sin dejar rastro y no se adivina en el horizonte nada que pueda alterar esta rauda sucesión de horas huecas que tanto vértigo y temor me produce y no sé cómo escapar de esta espiral implacable de la que nadie me puede salvar.


 

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