Ayer me encontré conmigo,
me detuve inquieto un instante, dudando
si sería yo aquel o sólo un extraño parecido,
le pregunté quién era,
que a dónde iba,
me miró confuso, como queriendo decir algo,
pero no pudo,
lo comprendí, me despedí y le dejé marchar,
porque no hay nada que un hombre pueda decirse a sí mismo
que no sepa y quiera escuchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario