domingo, abril 29, 2018

Es habitual que quien nunca hizo nada se dedique a criticar a quien hace cualquier cosa. El mundo está lleno de sabios de barra de bar que despotrican contra todo y afirman que ellos lo harían mejor. Me da rabia pensar que todo podría ser perfecto si tan solo unos cuantos de ellos se decidiesen a abandonar su vida contemplativa y sus disquisiciones filosóficas para emprender la acción. Hay demasiado talento desperdiciado. Me quedo embobado escuchando sus magníficas disertaciones sobre lo divino y lo humano, sus atinados juicios sin fallo y admiro su inmensa sabiduría acerca de cualquier tema. Envidio los profundos conocimientos que la calle les proporcionó mientras otros perdían el tiempo estudiando. Son auténticos hombres renacentistas que dominan todas las ramas del saber. Tan generosos que ofrecen sus consejos a todo el mundo a cambio de nada y explican cómo deberían actuar a todo el que se les acerca aunque ni siquiera se lo pregunte, sin ningún rastro de egoísmo, no guardan para sí celosamente sus consejos, ni siquiera aplican su sabiduría a su propia vida, que suele ser bastante aburrida, pues no suelen cumplir lo que de forma tan grandilocuente predican.

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