lunes, agosto 27, 2018

De todos mis males no conozco más culpable. De mis noches sin dormir soy yo la cafeína. Fui un loco ingenuo que se metió demasiado en el personaje. Me creí todas todas tus mentiras y ni siquiera íbamos despacio, compré tus estampitas creyendo que me tocaba el gordo y no eran más que promesas vacías de papel, acepté sin dudar el milagro y ni siquiera recé. A quién voy a pedir ahora la cuenta si todo me lo comí yo solito, a quien reclamar los daños si fui yo quien los causó. Así que me toca pagar a mí, pero estoy en bancarrota y declaro suspensión de pagos. Jugué haciendo trampas y caí en todos sus trucos y artimañas, estafador estafado, un idiota sin complejos que se creía el más listo de la clase y acabó siendo humillado por su presunta inocencia. De qué me quejo entonces, si yo ya conocía el final de la historia auqnua no quisiera creerlo e inventara otros alternativos, tal vez para la versión extendida, esa que nadie ve nunca. Ya no pido explicaciones pero tampoco las doy, avergonzado de mis errores infantiles, solo trato de pasar desapercibido y ocultar mis miserias para eludir la condena que yo mismo me impuse.

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